martes, 4 de febrero de 2014

PEPÍN ESCRITOR




-Papá, papá! Dime una poesía de la paz.
-¿De la paz? ¿Tiene que ser de la paz? Pues... es que yo solo me sé una: “Con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela...”
-Pero... los cañones ¿son de paz?
-Yo qué sé, hijo, yo qué sé, ya te he dicho que es la única poesía que recuerdo, y demasiado es, porque la aprendí cuando era un renacuajo como tú.
-¡Mamáaaaaaaa! ¿Tú te sabes alguna poesía de la paz?
-¿Otra vez con las poesías? No sé qué se cree tu maestro, vamos, se debe de pensar que no tenemos otra cosa qué hacer que pasarnos el día haciendo poesías; estoy yo buena ahora mismo, como para ponerme a pensar, anda, déjame un poco, cariño, que mañana tengo un juicio y como no lo prepare bien...
-Yo sabo una de “el son”.
Lola siempre cree que ella lo sabe todo.
-No me vale, tiene que ser de la paz.
-E de la paz, y de “el son”. ¿Te la canto?
-No, no me la cantes, no me vale, la mía tiene que ser inventada por mí. Ya verás cuándo te hagas mayor y dejen de dártelo todo hecho, tendrás que hacerlo todo tú solita, sin ayuda de nadie.
-¡Mentira!
-So-li-ta, sin que nadie te ayude. ¡¡Abuelaaaaaaa!! ¿Te sabes tú alguna poesía de la paz?
-Mira, yo me sé una de cuando Colón se fue a descubrir América:  “Marinero, marinero- dice la reina Isabel- para darte navecitas yo mis joyas venderé...”
-Pero eso no es de paz.
-¡Vaya, hombre! Pues a lo mejor sí, porque de guerra no habla, así que, será de paz.
-No es eso, abuela, de verdad, es otra cosa.
-¿Te canto la mía de “el son”?
-Mira que eres pesada, Lola, que no, que tengo que hacerlo yo solo.  ¡Abueloooo! ¿Tú no sabrás poesías de la paz? Que hablen de una paloma o algo así.
-¿De palomas? A ver si me acuerdo la que decíamos en el pueblo cuando  éramos mozos:
  “Si ves una paloma
que en tu ventana juega
ya tienes la cena para ir a la bodega.
Y si ves dos
en casa de tu abuela,
saca la escopeta
y prepara la cazuela”.
Todavía me acuerdo, lo que es la vida, no sé lo que he comido hoy, pero me acuerdo de la canción ¡Manda callar!
-¡Ostras! ¿Os comíais las palomas? Pero, pero...
-¿Y qué quieres, hijo? Eran otros tiempos y el hambre es muy mala.
-Eso no puedo llevarlo a clase, es un secreto de familia y no quiero que nadie lo sepa.
De pronto escucho a Lola  y se me enciende una bombilla de esas en la cabeza, como en los dibujos animados:
-“El  son” Mandela, “el son” Mandela,
era  “mu  gueno”, como mi agüela.
Y en “Caluta” vivía Teresa,
que era tan “guena”
como una fresa”
¿Lo ves? Es de “el son” y ya me la sabo enterita.
¡Idea gorda! Con esos dos “personajes” también puedo yo hacer una poesía que va a dejar a todo el mundo con la boca abierta.

A ver, me ha llevado lo mío, pero ya  está lista:
“Nelson Mandela
era un señor
de color marrón,
como la canela,
quería la paz
y en la cárcel entró,
 y cuando salió
fue y se murió.
Y luego estaba
Teresa de Calcuta
una señora
que no era nada bruta.
Era pequeñina
y muy arrugada.
se murió un día
sin decir nada.”

Bueno, pues ya está, yo creo que puede valer.

No sabía yo que ser poeta era tan difícil...


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