miércoles, 14 de marzo de 2012

HAY QUE VIVIR



     Una canción escrita hace más de treinta años, y que ya entonces hablaba de un futuro que se hacía muy difícil de afrontar, de demoler barreras, y hasta de darles a nuestros hijos el rescoldo del hogar, pero sobre todo de poner la cara al viento y aventurarnos a soñar, porque, por malos que sean los tiempos, ante todo...hay que vivir.

Me gustaría que sirviese de fondo a este sencillo cuento que hoy traigo:

EL VIAJE


 El hombre quería viajar, y se decidió a buscar alguna oferta que mereciese la pena entre las muchas que adornaban los escaparates de aquella agencia.
         -Y, dígame- preguntó al empleado,  ya entrado en años y con visible experiencia en el puesto- ¿Qué viaje es el más solicitado en estos momentos?
         Desde el otro lado de la mesa, el vendedor le estudió con la mirada, permitiendo unos segundos de silencio entre la pregunta que le había realizado y la respuesta que iba a darle. La infinidad de carteles con el anuncio de maravillosos y económicos viajes que empapelaban las cristaleras impedían que entrase la luz de la calle con total intensidad, lo que hacía el ambiente un tanto sombrío.Quizá demasiados anuncios para una agencia vacía.
        -El viaje más solicitado es... uno... un tanto especial- dijo por fin el vendedor con una cierta desgana, como si la ilusión por la venta le hubiese abandonado hacía ya algún tiempo.
        -¿Especial? Bueno, puede interesarme. ¿A dónde sería? ¿A algún lugar exótico, tal vez?
        -Eso depende, se puede ir lejos o cerca, a un lugar maravilloso o a ninguna parte.
  -¿No se sabe? ¡Caramba! Pues sí que es especial, sí. ¿Es una especie de... juego?
  -Podría llamarse así, otros lo ven más como un reto, una carrera constante, un desafío, en fin, cada viajero lo enfoca de una manera.
        -¡Qué novedoso, ya no saben qué inventar! Bueno, pues sígame contando ¿Cuánto dura?
        -Ese es el dato más ansiado y el menos conocido, en este viaje se sabe cuándo se empieza, pero no cuándo se termina.



        El cliente estaba ya un tanto intrigado con el viaje en cuestión que, por cierto, con lo "especial" que era, no estaba anunciado en ninguno de los panfletos y catálogos que poblaban las mesas vacías de la agencia.
         -Bueno, me lo pone usted complicado: no se sabe a dónde voy ni tampoco cuánto va a durar el viaje, ciertamente me está picando la curiosidad. ¿Hay mucha gente apuntada? Porque con tan pocos datos no creo que muchos se arriesguen.
        -Se equivoca, hay muchísima gente apuntada, es más, hay listas de espera que rondan los nueve meses, día arriba, día abajo.
        -¡Bueno, bueno, y luego dicen que hay crisis! O sea, que si me apunto a este enigmático viaje, iré con mucha gente y cuando lleguemos nos llevaremos todos una sorpresa al ver nuestro destino ¿no?
        -No exactamente, caballero, este viaje no tiene una duración concreta, para cada cliente es diferente, unos llegarán antes, otros después, eso no se sabe, ni siquiera parten todos al mismo tiempo, cada uno comienza su viaje en un momento determinado y lo termina en otro.
       -Pues eso no me parece bien, porque claro, yo comenzaré el viaje con gente que ya lleve viajando desde hace tiempo y con otros que lo acabarán de empezar, a la vez que, entre mis compañeros, unos llegarán antes a un destino y otros llegarán después ¿Lo he entendido bien?
      -Sí, señor, hasta ahí lo ha comprendido todo correctamente.
     










 -Pues permítame decirle que eso lo han organizado ustedes de forma poco acertada porque imagínese que yo hago buena amistad con algunas personas y resulta que ellas terminan su viaje antes que yo, y que, a la vez, yo llegue a mi destino antes que otros que seguirán viajando y con los que tal vez, también haya establecido una relación cordial. No me parece correcto, deberían de cuidar un poco más esos detalles, pero bueno, supongo que será una experiencia nueva y podrán ir mejorando algunos aspectos.
      -No crea-dijo el empleado circunspecto- este viaje ya es antiguo, lo que ocurre es que hay una serie de condiciones que son inalterables y por más tiempo que pase, no nos está permitido modificarlas.
    -Claro, entiendo, los mayoristas y todo eso.
    -Bueno, podemos llamarlo así.
    -¿Qué tipo de seguro puedo contratar por si surge algún incidente?
    -Incidentes van a surgir, ya se lo digo, pero seguro... no, es todo imprevisible, puede usted hacer su viaje sin mayores problemas o puede que no, eso no se sabe, se va conociendo a medida que avanza el camino.
   -Hombre, lo veo un poco arriesgado, la verdad, hay que ser muy intrépido para aventurarse así a un viaje sin saber qué me puedo encontrar a lo largo del mismo.
    -Tiene usted toda la razón, es un viaje arriesgado, muy arriesgado, sin embargo le aseguro que está muy solicitado, nadie quiere terminarlo, los padres lo solicitan para sus hijos, y cuando se preveé el final, todo el mundo lo afronta con tristeza.
    El cliente se quedó unos minutos en silencio, había recorrido medio mundo y nunca le había puesto peros a nada, lo mismo se había lanzado en paracaídas que había ascendido cumbres escarpadas, había caminado sobre glaciares o bajo el sol abrasador de desiertos inhabitados, pero la oferta que le estaba haciendo aquel vendedor le resultaba un tanto enigmática, se le veía tan seguro de lo que estaba vendiendo que ofrecía cierta tranquilidad, pero a la vez, le proporcionaba tan pocos datos, que no terminaba de convencerle a pesar de lo atractivos que resultaban los retos para él.
     -Económicamente ¿por cuánto me puede salir?
     -Eso dependerá de lo que usted quiera invertir, pero no se le garantiza nada seguro, hay viajeros que invierten fuertes sumas y llegan al final del viaje sin nada, como hay otros que parten de la nada y logran terminar con dinero.
     -¿Y eso de qué depende, amigo? Acláreme un poco la situación porque la veo un tanto confusa.
     -No se sabe, depende de la suerte en gran medida, pero también del esfuerzo que cada cliente haga, de lo preparado que esté para el viaje, de cómo se vaya comportando a lo largo del mismo...
    -¡Ya entiendo! Es como una especie de concurso, si  voy  preparado, me comporto bien con mis compañeros de viaje, soy colaborador, buena gente, no hago daño a los demás y no pongo zancadillas, etc, llegaré al final del viaje victorioso, tranquilo y puede que hasta con cierto dinero ¿no?
     -Pues no, puede que sea como usted dice o puede que no, eso no se lo va a garantizar nadie, desde luego.
     -¡Pero hombre de Dios! ¿Qué está usted intentando venderme?
 ¿Pretende hacerme creer que en ese viaje misterioso puede correr la misma suerte o mejor un viajero experimentado y participativo que un ignorante que se dedique a aprovecharse de los demás o a viajar a costa de otros?
     -Usted lo ha dicho, aunque los buenos viajeros suelen llegar al destino mejor parados, no son raros los casos de personas que, a pesar de no hacer otra cosa a lo largo del camino que aprovecharse de los demás, logran hacer un viaje mucho mejor que el de los primeros.
     -No me interesa, entonces, y discúlpeme, pero creo que su empresa tendría que replantearse este tipo de ofertas porque están fatalmente organizadas. Esto no tiene futuro, no puede ser que nadie en su sano juicio se arriesgue a hacer un viaje en el que no hay nada seguro, sólo se sabe que se empieza pero puede terminar mañana como dentro de un tiempo indefinido ¿no?
     - Eso es- dijo el empleado sin inmutarse ante el visible enfado que se estaba apoderando del cliente.
     -Además, los compañeros de viaje no forman parte de un grupo homogéneo, sino que pueden ir variando a lo largo del tiempo, de forma que se puede conocer gente que, tal vez puedes perder de vista sin razón alguna cuando mejor estabas con ella, mientras pueden aparecer otros con los que tal vez no haya ni la menor afinidad .
    -Pues... sí señor, es tal cual lo refiere usted- contestó el vendedor que no podía sino asentir a lo que el hombre le iba diciendo como si quisiese corroborar que lo había comprendido todo bien.
    -Encima, nadie me ofrece un seguro, una mínima cobertura si algo no va bien, es más, me aseguran que surgirán incidentes a lo largo del viaje, que tendré que ir resolviendo como pueda, por mis propios medios, además de que tendré que aportar mi trabajo y mi formación como viajero, sin que ello le garantice un final exitoso a mi viaje, dando por hecho que otros viajeros menos íntegros pueden obtener mayor beneficio en el mismo recorrido...
    -Puede darse el caso, sí.
    -¿Y todavía quiere hacerme creer que los padres lo desean para sus hijos y que hay listas de espera de meses para este rarísimo evento? Discúlpeme, amigo, pero no le creo, hay que estar muy loco para embarcarse en semejante aventura. Le seguro que conozco buena parte de este planeta, que estoy acostumbrado a negociar viajes de lo más pintoresco, y nunca me encontré con oferta semejante. No me lo tome a mal, pero no les auguro a ustedes un buen futuro como empresa.
    -No se preocupe, no se lo tomo a mal, es verdad que, sobre todo en el momento actual, la gente que hace este viaje tiene un cierto descontento, pero también es verdad que, en general, nadie quiere dejar de hacerlo.
   -¿Va usted a decirme que nadie ha dejado el viaje sin terminar? ¿Que nadie se apea de él a mitad de camino?
   -Tiene usted razón, hay quienes no pueden llegar al final y, no soportando la presión, adelantan el mismo por su cuenta, pero no se lo recomiendo, no es una buena opción, se deja de viajar, pero esa pasividad absoluta tampoco es positiva, se lo aseguro.
  -No compro, amigo, no compro. No me interesa su oferta, ahí se queda usted y su empresa con lo que pronto les llevará a la ruina. Disculpe si le he hecho perder el tiempo, pero no me interesa en absoluto.
   Cuando el cliente se dirigía hacia la puerta y a punto ya de abrirla para abandonar aquella agencia tan especial como las ofertas que tenían, la voz del dependiente sonó a sus espaldas, sin alterarse lo más mínimo, como había hecho a lo largo de toda la conversación, como si desde el primer minuto hubiera tenido seguro que no necesitaba esforzarse demasiado porque tenía el viaje vendido de antemano:
   -Se equivoca, caballero, usted ya ha comprado.
   El hombre, incrédulo, volvió su cabeza hacia el empleado dirigiéndole una mirada interrogadora que le expresó la incomprensión que generaba aquella afirmación. ¿Cómo que él ya había comprado? ¿Qué estaba queriendo decir con aquello?
  -En realidad, todos hemos comprado, amigo.
  -No comprendo lo que...
  -Sí- interrumpió el otro- es sencillo, usted, yo... todos hemos comprado ya, todos estamos viajando ¿no se da cuenta? El hecho de estar aquí ya implica haber iniciado el viaje.
  -¿De estar "aquí"? ¿En esta agencia? ¿Quiere decir eso?
  -¿No se ha fijado en el nombre de nuestro establecimiento? ¿No ve que por más ofertas que cubran nuestros cristales sólo le he presentado un viaje? ¿No comprende que no hay clientes porque todos hemos adquirido ya el billete?
  -Está usted loco y no seré yo quién le de la oportunidad de contagiarme- dijo el hombre abandonando la agencia y dirigiéndose con paso acelerado hacia el otro lado de la calle para alejarse cuanto antes de lo que le parecía un extrañísimo suceso.
   Después de atravesar la carretera no pudo evitar volver la vista hacia el establecimiento del que acababa de salir. Desde una de las ventanas, atisbando entre fotografías de playas idílicas y atractivos hoteles, encontró la mirada del vendedor que no vendía nada, impertérrito, como había permanecido a lo largo del extraño diálogo que habían mantenido.
   Un poco más arriba, en el exterior del edificio, figuraba, en un letrero, el nombre de la agencia. Después de leerlo, el hombre buscó de nuevo la mirada del dependiente pero ya no estaba.




















Le hubiera gustado decirle que tenía razón, que era cierto que todos habían comprado, que por fin entendía las características de aquel intrincado viaje que le había descrito y cuyo nombre lo explicaba todo: Viajes "La Vida" Ya formas parte de nosotros.


    
       
         



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