lunes, 30 de noviembre de 2009

NOUVELLE CUISINE


















¡Joer con la cocina de autor y la “nouvelle couisine”!

Llegas a los restaurantes y te encuentras la carta con el nombre de unos platos que tienes que pedir sin saber lo que vas a comer, eso sí, todo puesto en una vajilla que parece la de King Kong por el tamaño, pero en la que te van a poner un puñadito pequeño de “algo”, adornado con unas líneas de colores (mermelada, tomate, menta…da igual, el caso es que llene un poco el inmenso vacío que deja en el plato la misteriosa comida de nombre indescifrable).

Así que yo quise hacer la prueba, un experimento sociológico, que lo llaman ahora, o sea poner en casa un menú escrito igual de rarito, a ver qué decían mis comensales. Y mereció la pena sólo por ver las caras que ponían al ir leyendo la hoja que les había dejado escrita en la puerta, como en los buenos restaurantes.

El menú decía así:

Entrante: Cocimiento de elemento esencial porcino al estilo leonés.

Primer plato: Arroz “nieve”, con incrustaciones de delicia alemana, al toque de curry.

Segundo plato: Circunferencias de molusco bañadas en tempura.

Y óvalos de ave rodados sobre fina ralladura de trigo con levadura.




















Para beber: Reducción de gases procedentes de los ríos de nuestra provincia (Con Denominación de Origen Bernesga/Torío)

Postre: a elegir entre la amplia gama que encontrará al proceder a la apertura de nuestro selecto placard refrigerado.


De primeras, ni el gato sabía lo que íbamos a comer. ¡Qué bien me lo pasé viéndoles discurrir entre ellos lo que sería esto o aquello! Y menuda intriga tenían cuando iban a sentarse a la mesa. Tengo que reconocer que algunos nombres fueron descifrados un poco antes, pero no sin cierto esfuerzo.

Resultados:

La morcilla de León quedó bien ( ¿Acaso la sangre que lleva no es un elemento porcino esencial? ¡Y tan esencial!)

El arroz blanco (o “nieve”, qué más da, la nieve es blanca ¿no?) quedó estupendo, sobre todo por el saborcito que le daban las salchichas de Frankfourt .
Los calamares rebozados ( moluscos cefalópodos ellos), deliciosos.
Y las croquetas de pollo (aves al fin y al cabo, pasadas por pan rallado, como Dios manda), muy buenas.

Y lo que más intrigaba a alguno, esa “reducción de gases” (el hidrógeno y el oxígeno que lleva el agua son gases ¿no? , y al fin y al cabo proceden de las aguas de nuestros ríos…) muy fresquita, para aligerar.

Después de resuelto el misterio, cada uno eligió el postre a su gusto (frutas, yogures…) que para eso están los frigoríficos.

¡Hala, toma nouvelle couisine!

Acompaño unas fotos pero advierto que mientras fui a coger la cámara, algunos “óvalos de ave” cambiaron de plato como si, haciendo honor a su procedencia, hubiesen volado.

1 comentario:

  1. BRAVO, BRAVO, BRAVO, inconmensurable tu nueva faceta "cocinera" de alto standin. Ole y ole,,,, viva la imaginación, la conjugación de palabras y concimientos puestos al sevicio de los mejores paladares literarios. EXCELENTE elección de vocablos para un selecto público ávido de "placeres" de cualquier índole.
    Vamos, que como siempre me dejo tu blog para el momento justo de irme a la cama..... y ¡¡¡qué bien me sienta!!! siempre con una sonrisilla en el boca, con ese saborcillo de regusto en el paladar.
    Hala, que un cálido abrazo de papel, sin más aderezos.

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