Dicen los de Greenpeace que hay que preocuparse más por el cambio climático, y tienen razón, desde luego, lo que pasa es que proponen medidas que a la hora de llevarlas a cabo no son tan fáciles. Por ejemplo, entre ellas está lo que ellos llaman “Ecosexo”, que le dije yo a mi Paco, vamos a ver qué es esto porque si se puede contribuir de alguna manera a que no se derritan los casquetes polares, pues oye, habrá que hacerlo.
Para ser partícipes del “Ecosexo”, hay que evitar la compra de artículos afrodisiacos que no sean de origen totalmente natural y cultivados de forma ecológica, sin pesticidas ni abonos de origen inorgánico.
Bueno, vale. Dicen que mejor moras y arándanos, y si puede ser, comprados en comercios solidarios para no contribuir al capitalismo incontrolado.
Bueeeeno… a ver qué encuentro, no vamos a desesperar a la primera de cambio.
Otra de las pautas que dan es la de mantener los encuentros amorosos durante el día, para no consumir tanta energía teniendo la luz encendida, o si es por la noche, hacerlo a oscuras. Eso sí, dejan la alternativa de utilizar velas pero…hechas con era de abeja.
Otra cosa para la lista de la compra ecológica.
Además, no se deben utilizar juguetes sexuales fabricados con fibras que no sean estrictamente de origen vegetal, nada sintético porque estos materiales aumentan el deterioro medioambiental al generar desechos no rebasorbibles.
Como punto final, y pensando en el agotamiento de los acuíferos y la consecuente pérdida de la biodiversidad vegetal y animal que esto supondría, aconsejan no ducharse todos los días, y en caso de necesidad, que lo haga la pareja junta, para economizar el líquido elemento. Se da por descontado que no se utilizarán desodorantes en espray para no aumentar el agujero de la capa de ozono.
Total: que yo llego a la cama, a oscuras porque no he encontrado velas de cera de abeja, sin ducharnos desde hace dos días, y sin usar desodorantes por lo del ozono; palpando en la mesilla a ver si encuentro los afrodisiacos naturales, que a tientas he acertado con el móvil pero no con los arándanos esos, y con juguetes sexuales hechos de esparto, que no contaminarán, pero pican que se matan, y ¿qué me encuentro?
A mi Paco roncando como un bendito.
O sea, que tanto preocuparme por los casquetes polares, me he quedado sin los otros…
Pues, hala, ya no soy “ecosexual”, seguiré contribuyendo a que el planeta no se destruya tirando las pilas a los contenedores y esas cosas, pero el resto ¡ni tocarlo!
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