Leo en la prensa de ayer que algunas mujeres, novias, amantes, etc.… de banqueros americanos han creado una página web ante la necesidad de apoyo y consuelo que necesitan debido a los tiempos de crisis que vivimos.
Parece ser que “las pobres” han visto disminuir su nivel de vida de una manera brutal, y por si esto fuera poco, tienen que aguantar a su lado a unos señores (maridos, novios, amantes…) a los que antes veían el pelo lo justo para que les dejasen por allí cerca unos cuantos millones de dólares sueltos, y ahora, además de que han cerrado el grifo, se han puesto pachuchos y esmirriados ante la situación económica que atraviesan sus finanzas.
Dice la esposa del presidente de Letman Brothers (o como se escriba), que ella se ha visto obligada a empezar a vender su valiosísima colección de cuadros para mantenerse a flote, lo cual, les ha llevado a ella y a su marido a un estado próximo a la depresión.
Mire, señora Letman, se me han saltado las lágrimas al leer estas cosas que le están pasando, se me han puesto los congojos hechos un ovillo (o sea, me he acongojado). Dice usted que ha tenido que renunciar a los masajes con diamantes, a los zapatos de Manolo Blhanik, a las cenas en los mejores restaurantes que uno se pueda imaginar, y a los viajes en el yate privado, y encima, le ha tocado aguantar al señor Letman en casa, hecho una penita, mientras usted vende los Picassos, los Van Ghog y los otros cuadros raros de esos que tiene. ¡No me diga, no me diga! Además, han tenido que dejar los tratamientos estéticos, con lo cual su imagen personal se ha deteriorado un montón. ¡Qué trastorno! ¡Te lo juro!
Mire señora Letman: hay vida después de la caída del banco de su marido. Sí, por imposible que esto le parezca, se puede resistir, incluso de forma digna, con sueldos de mil euros por barba. Bueno, bueno, repóngase usted de ese ataque de risa que le ha entrado y lea un poco más, por favor.
Verá usted, hay mucha gente que la comprende, no está usted sola, hay millones de mujeres que tienen en casa a sus maridos no porque haya quebrado su banco, sino porque ha cerrado el taller, la frutería o la tienda de barrio en la que trabajaban desde hacía mil años. Mujeres que también saben lo que es tener un marido deprimido en casa, con dos o tres chiquillos que a lo largo del tiempo han ido acostumbrándose a comer todos los días y no hay quién les quite esa manía.
Estas señoras que le digo, también llevaban zapatos de Manolo, eran de Manolo, el del puesto del rastro, el que los tenía a quince euros, pero también los han tenido que dejar de comprar, porque la cosa se ha puesto fea de narices (por decirlo de una manera fina que no hiera sus distinguidas orejas), y ¿sabe lo que pasa? Pues que nosotros no podemos vender los cuadros de casa, porque la mayoría son los que nos hicieron los niños en el colegio por el día de la madre, sí mujer, de esos que se hacen pegando lentejas (que usted no sabrá ni lo que son) y que los tiene uno como oro en paño aunque en la esquinita en vez de Picasso, ponga Julito, no podemos venderlos, pero ojo, para nosotros valen una fortuna.
También entendemos lo de los viajes y las cenas en los mejores restaurantes, nos ha pasado igual. Hombre, nosotros no tenemos yates, pero nos encantaba irnos unos días con los chiquillos en el coche de veinte años, a un hotelito cerca de la playa (un sitio con mar donde va mucha gente sin operarse la celulitis ni nada), y hasta eso vamos a tener que dejar, fíjese cómo está la cosa de chunga.
No se me venga abajo, mujer, que hay muchas ofertas en el Carrefour ( lugar donde se compra comida que luego hay que cocinar en casa, eso es lo malo), ahora hay una de 3x2 (que pagas las cosas como siempre pero te lo ponen de una forma que te hace hasta ilusión porque te crees que has ahorrado), y al lado justo, hay un sitio donde venden hamburguesas, se llama Mac-Do- Nals, no se le olvide, que aunque es de su tierra, no lo habrá oído usted en su santa vida.
Hala, ¿a que ya se encuentra usted un poco mejor? ¡Que sí, mujer! Que esto no es nada, fíjese que hay gente que casi no hemos notado la crisis porque es nuestro estado de vida normal…
Venga, arriba ese ánimo para usted y todas sus amiguitas. Déjense de gastar los cuartos en psicólogos y vénganse una temporada “pa cá”, que se le quitan todos los males (por no decir las sandeces, por si no saben lo que son). Aquí se sale a flote por narices, guapas, con un par, porque no nos queda más remedio que tirar para delante de nuestras casas y sobre todo, de nuestras familias, y sin rasgarnos las vestiduras porque no podamos tener tratamientos estéticos, porque a nosotros se nos hinchan los morros sin bótox, sólo de tanto resoplar a ver cómo demonios llegamos a fin de mes.
Bueno, señora Letman, no la entretengo más, que tendrá usted que vender más obras de arte, salúdeme a su señor esposo y levántele la moral (¡ay, no, que los banqueros no la tienen! bueno, pues levántele lo que pueda), y que no se desespere, que esto, para ustedes, se pasa enseguida.
Yo voy a preguntarle la lección a mis niños, a ver si salen estudiosos y con suerte, (mucha suerte) consiguen un trabajo de mil euros también, que aquí, por estas tierras, con eso y salud vamos tirando.
Manda “güevos” lo pijas que son algunas…
Basado en el artículo publicado el Domingo 1 de Marzo en el Diario de León.
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