lunes, 23 de febrero de 2009

Benavente

Aunque es verdad que uno es de donde “pace y no de donde nace” como dice el refrán, yo creo que algo importante queda del sitio en el que se llega al mundo.
No viví nunca en Benavente pero como mis abuelos vivían allí volví siempre a su casa, a esa casa que es para mí el lugar en el que dormirán siempre mis mejores recuerdos. Aún hoy, varios años después de que sólo quede el solar, sigo soñando que estoy en ella, recuerdo infinidad de detalles que son imborrables, que perduran en la mente aunque ya no existan en la realidad. Se pueden derribar las casas, pero no los recuerdos.
Creo que como mecanismo de protección, el ser humano trata de relegar a un segundo término las cosas que nos hacen daño para dejar que perdure siempre lo positivo, sabia actitud, casi siempre inconsciente, que suaviza el sufrimiento. Me pasa cuando sueño con mi padre o le recuerdo, siempre viene a mi mente cuando estaba bien, no cuando estaba enfermo. Con la casa de Benavente me ocurre lo mismo, cuando sueño dormida o despierta con ella está en pie, y yo corro por aquel pasillo y entro en las habitaciones y voy a la cocina, pero la casa está bien, sin rastro del fuego que se llevó parte de ella y que afortunadamente, mis abuelos ya no vieron.
Aún después del incendio estuve allí sola, y no tenía ni gota de miedo, es más, quise ir sola, rescatar todo lo que pudiera de entre lo poco que se pudo salvar, tirar lo que ya no tenía sentido dejar allí, sacar todo antes de que la máquina pasase por encima como si en aquella casa no estuviese una parte importante de nuestras vidas.
Me empeñé en estar presente el día que la tiraron, aparqué mi coche enfrente y me quedé en silencio viendo cómo los camiones se llevaban los trocitos de mi infancia. No es que sea masoquista, es que me parecía que si no lo veía, nunca iba a creerme que la casa ya no estaba, además, tenía la sensación de que si no íbamos nadie de la familia estábamos abandonando a la casa, era como no asistir al funeral de un ser querido, de alguien que nos había acogido a todos, al fin y al cabo, entre sus paredes vine al mundo y le debía estar allí cuando dejase de existir.
Pensé que sin la casa allí, ya no tendría sentido volver a Benavente, pero no ha sido así, es un sitio especial, me encanta ir, y me he sentido enormemente orgullosa cuando me han llamado para ir a alguno de sus colegios a charlar sobre los libros, siempre les digo a los alumnos lo mismo, me siento pequeñita allí con ellos, y la vez muy grande por haber logrado volver a través de mis escritos además de hacerlo como benaventana orgullosa y pasearme por sus calles cada vez más entrañables para mí.
Siempre que voy me doy una vuelta por el sitio en el que estaba la casa y por mucho que edifiquen en el solar, siempre que paso por allí, veo la casa de mis abuelos.

3 comentarios:

  1. hola Beatriz. me encanta la capacidad que tienes de convertir una simple descripción de un hecho personal en el posible inicio de una bonita novela, llena de evocaciones, de recuerdos con olor y sabor propios. De nuevo, la magia de las palabras en las manos y la mente de quien ve más allá de lo evidente, de quién no se queda en las cuatro paredes de una casa, de quién describe lo invisible de las sensaciones.
    Me gusta lo que escribes.
    Un cálido abrazo de papel "como la vida misma" pero con un toque de "irrealidad" .

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  2. Hola Beatriz, me ha gustado mucho esta entrada, porque estoy de acuerdo con todo lo que comentas.

    En Villabrázaro, la casa de mis abuelos, que ahora es de mi madre, sigue trayéndome buenos recuerdos de cuando vivía con ellos allí de pequeña, y aunque la casa está totalmente reformada, me sigue viniendo a la memoria el aspecto que tenía antaño: con las cuadras, los animales, el horno, el corral de entrada...

    Aunque vine de muy niña a Madrid, es cierto que el lugar donde naces marca mucho. Yo me siento de Villabrázaro, quizás como a ti te ocurre con Benavente, porque he seguido yendo cada año sistemáticamente, y aunque vivo en la capital y también me gusta, no sería capaz de olvidar mi pequeño pueblo.

    Enhorabuena por tu blog, me gusta mucho.
    Saludos

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  3. Hola Bety ,se del cariño y el amor que tenias por tus abuelos ,y por esa casa ,a mi
    la casa y el jardin me encantaban,siempre lleno de flores me recordaba un libro que lei hace muchos años "El Jardin Secreto" ¿A que si? yo por mi salòn tambien tengo algun pedacito de esa casa ,como recuerdo a esas dos personas maravillosas que en ella vivieron, un beso no te desanimes nunca

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