viernes, 20 de febrero de 2009

Más sobre concursos

Tiene razón mi amiga Marian (Asunción) cuando dice que me gustan los concursos. Es verdad, sobre todo, los que he ganado yo…
Es broma. Digo lo que comentaba el otro día, que me parecen una buena escuela y sobre todo, un buen trampolín porque ayudan a llegar a los demás a través de las publicaciones que conllevan algunos premios, pero comentaba que también me han servido para aprender algunas cosas, o al menos, para tenerlas más claras.
Es verdad lo que dice Marian, que un comentario sobre un texto presentado a un concurso puede ser demoledor o no, dependiendo de las manos en las que caiga, y eso mismo me pasó a mí.
Presenté una novela al Premio Primavera, es un premio internacional al que se presentan novelas escritas en habla hispana desde cualquier parte del mundo. En esa ocasión fueron unos quinientos ejemplares, creo recordar. En las bases ofrecían un comentario sobre el texto que se podía recoger el día del fallo en el hotel de Madrid en el que se daba la rueda de prensa. Como no vivo en Madrid, le pedí a mi cuñado que me lo fuese a buscar y así lo hizo.
Yo ya sabía que no lo había ganado, claro, pero esperaba ansiosa el mencionado informe. Nada más recogerlo, mi cuñado me llamó por teléfono y muy con mucho tacto me dijo: “Beti, maja, te han dado para el pelo, te han puesto buena”
Estuve dos días catatónica. Me leyó la crítica que habían escrito sobre mi novela y me derrumbé, me deprimí, me vine abajo y me costó Dios y ayuda llenar el pecho de aire en unos días. Sin embargo, la información estaba un poco sesgada, quiero decir que sí, lo que me leyó por teléfono era cierto, pero…
Cuando tuve la carta en mis manos y la pude leer yo misma, vi que la cosa cambiaba. Mi novela tenía dos informes. En el primero, que mi cuñado pasó por alto inocentemente, sin darse cuenta de la importancia que podía tener para mí, se me felicitaba por la novela, por el texto tan bien redactado, por los personajes bien definidos y el acierto en el enfoque de la temática al tratar temas de actualidad. Aconsejaban una segunda lectura quedando la novela entre las veinte finalistas seleccionadas para otra ronda de valoraciones.
Hombre, quedar entre las veinte últimas entre quinientos ejemplares, no es ganar un certamen, pero bueno, es bastante alentador.
¿Qué pasó después? Pues que los que leyeron la novela por segunda vez no pensaron igual que los otros, creyeron que era susceptible de mejorar en muchos aspectos, me aconsejaban matizar más algunas líneas de los personajes… Era lo mismo que me había leído mi cuñado por teléfono, pero ya no me pareció tan grave.
Aprendí mucho, porque vi claro que el mismo texto leído por personas diferentes puede pasar de ser una maravilla a ser muy mediocre, y esto nos pasa a todos, claro, unos leemos un libro y nos encanta y cuando se lo recomiendas a alguien, resulta que no le dice nada, pero lo que entre nosotros no tiene mayor importancia que asumir que cada uno tiene su gusto, en un jurado tiene la trascendencia de que el premio lo gane uno o lo gane otro.
Yo también he tenido la oportunidad de formar parte en el jurado de algunos premios, y una vez que se han desechado los que no cumplen las bases, los que tienen faltas de ortografía garrafales, los que no tienen ni el menor sentido de lo que es contar algo, quedan un grupo con estilo impecable, con historias maravillosamente contadas, con lenguaje cuidado… de entre los cuales debe salir el ganador, y que podría ser perfectamente cualquiera de ellos.
Al final, se llega a un acuerdo porque hay uno que “gusta” más que los otros, pero lo de “gustar” es tan relativo, que mientras no se invente un “gustómetro” para medir la intensidad del gusto y poder tener un criterio fidedigno, es algo tan subjetivo, que la obra ganadora es tan buena como la finalista o como las otras que se quedaron dentro de la última selección.
(Esto en los concursos limpios, en los otros no lo sé porque no lo conozco, aunque me lo puedo imaginar).
Yo sí que animo a la gente a participar en certámenes literarios, como experiencia, a veces enriquecedora y a veces frustrante, como la vida misma.
Por cierto, yo volví a escribir la novela. Cuando logré ver el lado positivo de aquel informe tan negativo la reescribí siguiendo los consejos que me habían dado y la verdad es que quedó mucho mejor.
Así que, hala, a escribir todo el fin de semana, y a disfrazarse, que es carnaval.

1 comentario:

  1. Felicidades, no se si yo sería capaz de ser tan sabia como tu y aprender de los fracasos.Quizás yo no pueda aprender, quizás me crea lo que no es

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