¡Que nunca estamos contentos con lo que tenemos!
Había una
vez un hombre
que era tan
alto tan alto
que se
sentía muy triste
por haber
crecido tanto.
“¿Por qué
seré yo tan grande?
-se decía
todo el rato-
no puedo
coger una flor
ni anudarme
los zapatos”.
Había otro
hombre cerca
que era
tan, tan bajito
que se
quejaba por ser
pequeño como
un mosquito.
“¿Por qué no
habré yo crecido?
-repetía sin
parar-
no llego ni
a las aceras,
la gente me
va a pisar”.
Entonces el
más alto dijo:
"Sé me
ha ocurrido una idea,
yo te cuento
lo que veo
y tú me cuentas lo que veas.
Te diré cómo
es la luna,
las nubes,
el cielo, el sol,
tú me
hablarás de los ríos,
las hormigas,
o una flor"
Así
compartieron el mundo
y no se
quejaron más.
A veces hablaban
del sol,
a veces
hablaban del mar.
A veces hablaban del sol, a veces hablaban del mar...
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