Esta es la historia de una niña a la que solía llevar un modelo de abrigo con capucha en tono rojizo, de Lorenzo Caprile, por lo que le gustaba que la llamasen "Caperuzita roja de diseño", con esa "z" en el nombre, que le daba un cierto toque de distinción...como de princesa, vamos.
Un día, la abuela de Caperuzita se puso enferma porque le subió la tensión, el colesterol, los triglicéridos, las transaminasas y todo lo que le podía subir.
-Anda, hija- le dijo a Caperuzita su madre- acércate a casa de la abuela y llévale unos "taper" con comida, que no sé qué le pasa, pero se ha metido en la cama y dice que no puede ni hacer comida de tan cansada como está.
-¿Y tengo que ir yo? ¿No puede ir nadie más? ¡Jo, mama! Que tengo que hacer muchas cosas....-dijo la dulce criaturita.
-¿Tienes examen mañana?
-No, pero tengo que actualizar mi perfil de Facebook que hace la tira que no pongo nada en mi muro, y además he quedado con Jasmine en el Messenger , por lo visto ha tenido bronca con Aladin, y además, quiero entrar en Twiter y...
-Bueno, bueno, hija, organízaté, pero hay que llevarle esto a la abuela que no tiene comida.
-¡Jo! Pues que se compre un robot de cocina y no dé tanto la chapa.
hamburguesa con un queso muy "grana padano", y el otro era de un canal de televisión en el que había hecho un casting para entrar en "Gran Hermano de los cuentos", pero no la habían cogido, qué mal rollo, seguro que había entrado alguna de las siete cabritillas o la zorra aquella de las fábulas de un tal Esopo.
-¡Eh, nena! -la voz del lobo la sacó de sus pensamientos, mira que era pesado el dichoso animal- ¿Dónde vas a estas horas?