martes, 9 de septiembre de 2014

DE OBRAS



-Mamá por qué han venido esos hombres a nuestra casa?
-Son albañiles, cariño, van a arreglarnos el cuarto de baño, hay una avería y tienen que encontrarla.




 Hasta ese día yo no lo sabía, pero las averías se esconden en los muros, por dentro, vamos, por donde nadie ha estado nunca jamás. No se sabe cómo se meten ahí, pero cuando ya están, joroban mucho y hay que encontrarlas a porrazos, tirar las paredes, romper los azulejos, picar los ladrillos…hasta que aparecen.
            -¿Cómo te llamas?- le pregunta Lola a uno de ellos, es una niña que se mete en las vidas de todo el mundo, se le podría llamar la “niña del visillo” (en vez de “la vieja”).
            -Yo llamo Vladimir ¿y tú cómo llamas?
            -Lola.
            -Bonito nombre tú. Lola, bonito.
            -¿Por qué no sabes hablar?
            A mí me da vergüenza con esta niña, de verdad, no se corta un pelo.
            -Yo soy rumano, no españolo, rumano.

            -Vale. ¿Y tus amigos cómo se llaman?
            -Este es Dimitru y este Grigore.
            -¿Son de tu pueblo también, verdad?


            Ellos se ríen y le dicen que sí, les hace gracia, mi hermana hace gracia a todo el mundo sean del país que sean, es graciosa en todos los idiomas.
            -¿Sabes que mamá os va a castigar sin la play muchos años?
            -¿Qué ser play? No conozco play.
Lola tiene razón, resulta que nosotros damos un golpecito de nada en la pared y mamá nos castiga con todo lo que se le ocurre, y estos señores destrozan el cuarto de baño y no les dice nada. Injusticias de la vida.
Lo de buscar averías debe de dar mucha hambre porque los albañiles, al rato de empezar tienen que irse a comer un bocadillo que debe de ser enorme porque tardan una hora  y media por lo menos en comérselo. Y luego, al poco de subir, bajan al coche a buscar algo que se les ha olvidado, y se ve que tienen que aparcar muy lejos porque a veces se pasan dos horas y no han vuelto.
A veces viene uno que se llama Paco y no es rumano porque riñe en español, pero solo viene a echarles la bronca, no les ayuda ni nada, solo riñe y se va.
            -¿Y no encontráis la “vería”?- les pregunta Lola el tercer día que llevan en casa.
            -Mucho difícil esta avería, mucho difícil, no encuentra.
La casa está hecha una penita, a mamá que le gusta tenerlo todo muy colocado siempre, le está empezando a cambiar “el sentido del humor”, al principio les llamaba “estos señores tan trabajadores” y hoy ya ha dicho “los dichosos albañiles de mis narices”.
-Tranquila- le dice papá- las obras son así, hay que tener paciencia.
-¿Paciencia? Pues la mía ya se me ha acabado. Vamos, niños, nos vamos a dar una vuelta que yo aquí no aguanto más.
¡Hala! ¿Y nosotros qué culpa tenemos? Porque si nos llevase a un parque, vale, pero es que cuando mamá se enfada nos lleva “de cultura”.
-Hoy vamos a ver un museo al aire libre.
-¡Jo! ¿Y no podemos ir a la piscina o al cine o al circo o a una heladería o a…?
Le doy varias ideas, pero no, cuando se le mete una cosa en la cabeza…
-¡Que no! Que hoy voy a enseñaros algo muy interesante que tiene miles de años.
-Pues si tiene miles de años no creo que lo vayan a quitar hoy, podríamos dejarlo para otro día ¿no?
-¡Qué niños! Encima que me molesto en que sepáis cosas interesantes, en que tengáis cultura, no lo agradecéis nada, de verdad.
-Que sí, mamita- dice Lola-pelota- que a mí me gusta mucho la cultura, me la pido de chocolate, ¿vale, mami? O de fresa.
-¡Qué pena, hijos, qué pena, de verdad!
Hala, y nos vamos a ver un “ montonaco” de piedras tiradas por el suelo que por lo visto son importantísimas, pero que están descolocadas y medio rotas.
-Esto son ruinas, aquí empezó a formarse esta ciudad.
-Parece "nueto" baño, mami ¿a que sí?
Esta niña es tonta,  no me digas. Ahora que se le había olvidado a mamá el desastre de casa que tenemos, va ella y se lo recuerda.
-No me digas eso, hija, no me lo digas, anda. Esto son ruinas de cuando los romanos estuvieron aquí.
Y entonces se me ocurrió una idea genial:
-Mamá, esto son ruinas romanas y lo de nuestra casa son ruinas “rumanas” de cuando los rumanos estuvieron en nuestro baño. A lo mejor, algún día las visita la gente y resulta que nuestra casa es un museo también.
Lola no entendió nada, pero a mamá la hice reír, y moló, porque hacía ya varios días que no se reía, y se pone muy bonita cuando se ríe, mucho más que cuando dice: “los benditos albañiles” o “la avería del demonio”.

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