sábado, 4 de mayo de 2013

GATITO, GATITO...

     

 A veces ocurren cosas que trascienden en el tiempo y no sabemos por qué, van pasando de generación en generación sin cambios posibles.
       ¿Alguien sabe por qué se dice que los gatos negros traen mala suerte?
       ¿Quién sabe?  A lo mejor fue por esto:

Había un gatito negro
que corría sigiloso
por los tejados del pueblo
con su trote cauteloso.

Se echaba encima la noche,
la oscuridad le asustaba,
y en busca de su gatera
corría que se las pelaba.

Tuvo tan mala fortuna
que pisó una teja suelta
y sin solución posible
la vio caer dando vueltas.

No había llegado al suelo
cuando encontró una cabeza
y la teja voladora
fue a estrellarse contra ella.

El minino se asomó
y vio al alcalde del pueblo
que gritaba como loco
y juraba en arameo.

"¡Ven aquí, gato asqueroso
-dijo el edil cabreado-
como te coja te arranco
el pellejo de un bocado!"



Echó el gatito a correr
como alma que lleva el diablo,
y el alcalde le seguía 
por el suelo voceando.


"¡No te escondas, desgraciado,
a mí no te me despistas,
eres como un carbón negro,
ya no te pierdo de vista!"

Menuda persecución,
uno arriba y otro abajo,
ni con otras siete vidas
podría darle esquinazo.

"¡Te voy a encontrar, miserable,
lo vas a pagar muy caro,
vas a ver cómo de noche
no todos los gatos son pardos!"

Era tenaz aquel hombre,
no olvidaba el accidente,
estaban despertando a todos
sus voces impertinentes.

La gente salía a la calle
y miraba hacia el tejado,
pues veían al alcalde
malherido y enfadado.

El pobre gatito negro
se sentía acorralado
jamás llegaría a casa
de una pieza, sano y salvo.

Tan aturdido corría
que no vio un gran agujero,
y aterrizó sin quererlo
en casa del panadero.

Se encontró en el almacén,
todo manchado de harina,
y al ver su pelaje blanco
tuvo una idea divina.

Haría como el lobo aquel
del cuento de las cabritas,
se rebozaría bien
y un gato blanco sería.


¡Vaya plan tan estupendo!
Era un gato inteligente,
no podía perder tiempo,
estaba el alcalde impaciente.

En lo alto del granero
vio sacos llenos de harina,
se rebozaría bien
para hacer su pantomima.

"¡Ven aquí, gato gamberro,
que te pongo un cascabel,
apretado bien al cuello
quedarás hecho un pincel!"


Tenía que darse prisa,
el hombre estaba al llegar,
sentía sus pasos tan cerca
que se puso a tiritar.

Sube arriba, araña un saco,
y no lo pude rasgar,
la puerta que empieza a abrirse,
y el gato que empieza a temblar.

Con los nervios y las prisas
tira el minino un costal,
y al intentar sujetarlo
lo abre por la mitad.

Cae la harina como nieve
sobre el alcalde que entraba,
blanco el hombre, negro el gato,
se entrecruzan las miradas.

Escapa a prisa el felino,
tose el edil rebozado,
la gente se parte de risa,
del gato se han olvidado.

Desde aquel día funesto,
a todos nos han contado
que tendremos mala suerte
si un gato negro ha pasado.

"No es justo" pensarán ellos,
que por un gato patoso
todos carguen con la fama
de gafes y peligrosos.


Puede que sirva esta historia
para evitar más errores,
y no sigan pagando, a veces,
los justos...por pecadores.


Puede que fuese así... o puede que no, en cualquier caso, espero que os guste.



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