jueves, 29 de diciembre de 2011

CRITICA SOBRE "COSA MÍA"


A través de Facebook ya he dado las gracias a las personas que, amablemente, me están haciendo llegar sus opiniones sobre la novela, pero también quiero hacerlo a través de este blog, que, al fin y al cabo, es como mi segunda casa y a la vez, la de todos los que me vistais.

Hoy quiero agradecer especialmente las palabras que Carlos García Valverde dedica a "Cosa mía" en su blog   http://garciavalverde.scoom.com/  y que me permito compartir con todos vosotros , porque, al fin y al cabo, el éxito o fracaso de un libro está en manos de los lectores:

"Acabo de terminar la lectura de “Cosa mía” y aún no me he repuesto de la impresión. Lo cual es, cuando menos, inesperado, porque lo que Beatriz Berrocal relata en esta novela no debería pillarnos de sorpresa; está al cabo de la calle, salta desde las primeras páginas de los diarios y desde las pantallas de los telediarios. Quizá eso sea lo malo, la frecuencia, la insistencia, que encallece el alma y entontece la razón; la cotidianidad que disfraza la barbarie, que fuerza al sentimiento a admitir lo inadmisible, a tolerar lo intolerable por el mero hecho de su sistemática repetición, de su tozuda presencia en nuestras vidas. Estamos hablando de la llamada “violencia de género”, y yo, la verdad, es que me resisto a aceptar tal denominación. La violencia, el abuso del fuerte sobre el débil, traspasa las barreras de cualquier calificación, no creo que deba circunscribirse al ámbito de los sexos, aunque bien es verdad que es en la relación de pareja donde esta lacra social más hunde sus raíces, más adopta una apariencia de “normalidad consentida” y más apela a la indiferencia, el consentimiento tácito o la ceguera cómplice del entorno.

Tampoco es novedad que los protagonistas de la historia –víctima y verdugo- no pertenezcan a un estrato social bajo o marginal, a un sector poblacional marcado por la penuria y la precariedad que de ordinario alimentan y propician este tipo de excesos. Por el contrario, los personajes principales de “Cosa mía” se manejan en un nivel de clase media, sin apuros económicos, plenamente integrados en la sociedad que les rodea y que, sin embargo, permanece ajena o- peor aún- voluntariamente sorda al drama que transcurre entre bambalinas, de puertas para adentro.
Esta novela es, en su conjunto, una denuncia, un llamado a la conciencia colectiva y una apelación descarnada y sincera al sentido común y a la defensa de los derechos humanos, a la dignidad de las personas.
Pero todo lo antedicho –que no es poco- podría haberse igualmente desarrollado en un ensayo, en un reportaje, en un artículo o en un “dossier” de los que a menudo intentan remover la adormilada moralidad ciudadana, las más de las veces con éxito perecedero y efímera respuesta. ¿Cuál es el mérito, entonces, de “Cosa mía”?
Tengo que hacer un notable esfuerzo para desligar el trasfondo de la obra, su desgarrada denuncia, de sus virtudes literarias, de sus aciertos estilísticos, pero, puesto que otros, más autorizados en la materia que un servidor, han abordado ya la vertiente “social” o reivindicativa de la novela de Beatriz, querría contemplar, dentro de mis humildes posibilidades, la faceta creativa del asunto, sus virtudes y sus aciertos narrativos. En este sentido, lo primero que sorprende gratamente es que, al contrario de lo que viene siendo usual en este tipo de obras de denuncia, la trama es narrada por el agresor en vez de por el agredido, lo que nos plantea una curiosísima visión del tema desde la perspectiva tiránica del maltratador. Desconcierta que los argumentos del abusador nos resulten familiares, cercanos y socialmente tolerados o, cuando menos, encubiertos u obviados. Por otra parte, está la voz de la víctima o, mejor dicho, la ausencia de la misma, ya que es en realidad su silencio lo que grita, su sumisión la que clama y su sometimiento el que denuncia de manera sorda pero elocuente. Es impresionante ver cómo un personaje –la maltratada- puede estar tan omnipresente en la obra sin decir una sola palabra.
No sé si la intención de Beatriz Berrocal era remover conciencias, alertar sensibilidades o erizar sentimientos, pero no me importa. Beatriz escribe desde el corazón, pero con la cabeza bien amueblada. “Cosa mía” es todo un alegato contra la violencia y la vejación, pero también es un lúcido ejercicio narrativo y argumental. El engarce de la denuncia social con la trama policíaca que “engorda” y podríamos decir que “suaviza” –dentro de lo tremebundo del caso- el guión, es también todo un acierto."

Prometo hacerme eco de las críticas negativas que me hagan llegar de igual manera, escritas con seriedad y firmadas.



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