martes, 4 de octubre de 2011

MI ESTACIÓN PREFERIDA



   No lo puedo evitar, cada año por estas fechas me entra un "subidón", y no me queda más remedio que escribir algo sobre el otoño, por mucho que ya se haya escrito sobre él.
  Ni la ardiente primavera que logra alterar la sangre de todos los mortales, ni el cálido verano que invita a desabrigar el alma, ni el invierno con sus inspiradoras nieves tienen en mí el mismo efecto energizante del otoño.
  Médicamente, está comprobado que la primavera y el otoño son las estaciones en las que se agudizan más las depresiones, se ve que yo, por llevar la contraria, sigo otro ritmo, ¿qué se le va a hacer?
  Así que, nada, aquí va la dosis inevitable de poesía otoñal:


   Los árboles de mi parque
se han ido poniendo rojos,
será que les da vegüenza
que esté llegando el otoño.

El verano se ha abrigado,
el sol se pone chaqueta,
los días se hacen más cortos
y mamá está muy contenta.

"¿Por qué te gusta el otoño?"
le pregunto, y me contesta:

"El otoño es una hoja
que se cae muy despacito,
la alfombra de la alameda,
y el viento con su soplido.

La manta fina en la cama,
castañas en la sartén,
las noches que llegan antes,
y un poema en el papel.

El chocolate en la taza,
la madre con su retoño,
una tarde en bicicleta...
Por eso me gusta el otoño"



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