A veces, no queda más remedio que ponerse frente al espejo o frente a la vida y pensar que nunca es tarde para nadie, que si el sol se levanta una y otra vez nosotros lo podemos hacer igual. Pensar que hay otros caminos en los que se puede encontrar la calma, aunque cueste desviarse del que hemos seguido siempre, pararse a pensar qué nos ha faltado, qué es lo que buscamos o reivindacamos en esa nueva búsqueda.
Reivindico mi derecho a hablarlo todo,
sin pasar de los problemas,
ni escudarme en el silencio,
porque no entiendo la vida de ese modo.
Reivindico mi derecho a valorarme,
a apoyarme en un hombro cuando caigo,
a sentir una caricia en mi mejilla,
o el amparo de un susurro al abrazarme.
Reivindico no sentirme más culpable
por tomar decisiones trascendentes,
por romper con el silencio que me acaba,
emprendiendo este camino inevitable.
Música: "Amanecer", de Carlos Nuñez.
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