A veces, no queda más remedio que ponerse frente al espejo o frente a la vida y pensar que nunca es tarde para nadie, que si el sol se levanta una y otra vez nosotros lo podemos hacer igual. Pensar que hay otros caminos en los que se puede encontrar la calma, aunque cueste desviarse del que hemos seguido siempre, pararse a pensar qué nos ha faltado, qué es lo que buscamos o reivindacamos en esa nueva búsqueda.
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