El pasado 16 de Marzo nos dejaba Josefina Rodríguez Alvarez, tras ochenta y cinco años de caminar por este mundo.
Como su biografía se puede conslutar en cientos de páginas de Internet, no voy a referirme a ella relatando su vida y múltiples publicaciones, sino destacando algunos aspectos que siempre me llamaron la atención.
Maestra vocacional que con más de ochenta años seguía levantándose cada día para ir al colegio porque no quería apartarse de la enseñanza, y mujer adelantada a su tiempo, esta escritora de origen leonés (La Robla, 1926) ya defendía los derechos de las mujeres en una época en la que hablar de "igualdad" sonaba a ciencia ficción.
En una entrevista concedida a "El País digital" hace algunos años, hace referencia a la diferencia entre educación y enseñanza, atribuyendo la primera a los padres, que desde el nacimiento del niño ya se encargan de educarle, y la segunda a los profesores, que van a ser los que enseñen a ese niño que ya se está educando, todo lo que sus padres no podrían enseñarle, siempre sin desligar un concepto de otro, teniendo en cuenta que educación y enseñanza tienen que ir de la mano.
Al preguntarle la periodista si se sentía mayor, respondía: "Soy mayor, pero eso no significa inactividad ni perder la curiosidad (...) la vejez está muy desaprovechada. No sé si las neuronas se mueren, pero sé que las que quedan siguen activas. Hay que aprovecharlas para hacer cosas útiles, y no sólo ejercer de abuelos, también buscar actividades y experiencias individuales que dan sentido a la vida hasta
el final."
Me quedo con esa frase y con el recuerdo de una mujer luchadora, maestra y escritora.
Como su biografía se puede conslutar en cientos de páginas de Internet, no voy a referirme a ella relatando su vida y múltiples publicaciones, sino destacando algunos aspectos que siempre me llamaron la atención.
Maestra vocacional que con más de ochenta años seguía levantándose cada día para ir al colegio porque no quería apartarse de la enseñanza, y mujer adelantada a su tiempo, esta escritora de origen leonés (La Robla, 1926) ya defendía los derechos de las mujeres en una época en la que hablar de "igualdad" sonaba a ciencia ficción.
Al preguntarle la periodista si se sentía mayor, respondía: "Soy mayor, pero eso no significa inactividad ni perder la curiosidad (...) la vejez está muy desaprovechada. No sé si las neuronas se mueren, pero sé que las que quedan siguen activas. Hay que aprovecharlas para hacer cosas útiles, y no sólo ejercer de abuelos, también buscar actividades y experiencias individuales que dan sentido a la vida hasta
el final."
Me quedo con esa frase y con el recuerdo de una mujer luchadora, maestra y escritora.
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