jueves, 30 de septiembre de 2010

GRAN ESCRITORA CON ESPÍRITU AVENTURERO



  Este año se cumplen 120 del nacimiento de la escritora  May Clarissa Miller, verdadero nombre de Agatha Christie, la autora que ha vendido más libros en el mundo, después de Shakespeare. Escribió ochenta novelas policíacas y cuentos, que han sido traducidos a setenta idiomas y de los que se han vendido dos mil millones de ejemplares. No está mal ¿verdad?

  Pero detrás de esta prolífica escritora se esconde una mujer con un increíble espíritu aventurero, que  en 1926 y después de un tormentoso divorcio, viaja a Irak para recuperarse de la muerte de su madre, y allí, en las ruinas de Ur, conoce al arqueólogo Max Mallowan, con el que poco después contraerá matrimonio sin que la diferencia de edad entre ambos (él tenía catorce años menos) supusiese ningún obstáculo.
                                                                 "Cásate con un arqueólogo-decía- cuanto más vieja te hagas, más encantadora te encontrará" (¡Qué salada ella!)

La escritora se convirtió en una eficiente colaboradora de su esposo, adaptánose perfectamente a la vida centrada en el estudio de las antiguas civilizaciones, algo que además, le facilitó la inspiración para alguna de sus más célebres novelas: "Asesinato en Mesopotamia" o "Muerte en el Nilo".

  Su vida no estuvo exenta de algunos capítulos que, al igual que en sus libros, se vieron rodeados de misterio.

 Unos meses antes de separarse de su primer marido, la escritora desapareció durante más de tres semanas, sin que nadie diese con su paradero, lo cual ocupó las portadas de los principales medios ya que por entonces Agatha ya había cosechado grandes éxitos, especialmente con su última novela "El asesinato de Rogelio Ackroyd".
  La famosa autora apareció en el spa del hotel Hidropathic, en Harrowgate. Alguien la reconoció y cuando su marido llegó a recogerla, ella dijo que había sufrido una crisis de amnesia y que no recordaba cómo había llegado hasta allí.
  Las especulaciones no tardaron en surgir ya que posteriormente se supo que su esposo, con el que había mantenido doce años de turbulento matrimonio, le había pedido el divorcio tras comenzar una relación con otra mujer, apellidada Neele, curiosamente, el mismo apellido con el que Agatha se había registrado en el hotel.
  Si verdaderamente padeció amnesia temporal o, simplemente, quiso vengarse de su marido, sólo lo supo ella.
  Desde aquí, mi recuerdo a esta autora que tantos ratos de lectura nos ha proporcionado a muchos y seguramente, seguirá proporcionando a otras generaciones de lectores.


                                            

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