jueves, 3 de junio de 2010

CUENTOS TRADICIONALES REFORMADOS

Al hilo de lo que comentaba en la entrada del día 5 de Mayo ("¿De verdad hay que revisar los cuentos infantiles tradicionales?") y animada por la iniciativa de Arturo Pérez Reverte, que en el último número de XL Semanal escribe la nueva versión de Caperucita Roja, me dispongo a ofrecer lo que sería la versión adaptada a la actualidad de "Cabellos de oro y los tres osos".
Ni mucho menos pretendo imitar ni igualar la escritura de Reverte, simplemente cojo el testigo y sigo con la reforma para valorar si nos gustan más los clásicos o los modernizados.
Que cada uno saque sus conclusiones.

CABELLOS TEÑIDOS (FARMATINT-ORO) Y LOS TRES PLANTÍGRADOS DE ESPECIE PROTEGIDA:

Aquella mañana hacía footing por el por el bosque, Cabellos Teñidos. No había un alma por allí, porque debido a los problemas de desertización que acechan el planeta, los leñadores que eran habituales en estos cuentos, han sido sancionados por la tala descontrolada de árboles, pasando a formar parte de un E.R.E, ya que por mucho que han insistido los sindicatos, las empresas no les han encontrado otro puesto de similares características. (Los cazadores por lo menos, han podido recolocarse de seguratas en los barcos que van a las costas de Somalia, pero ¿qué pinta un leñador en un barco pesquero?).
Pero no  nos enrollemos. Nuestra amiga “footingueaba” por el solitario bosque tranquila, porque llevaba un espray anti-violación en el bolso de Carolina Herrera, aunque no lo usaría salvo en peligro de muerte, ya que pondría en peligro la capa de ozono y es importante no agrandar el agujero (el de la capa de ozono, digo).



De repente, vio ante ella una sencilla vivienda de protección oficial, y como se encontraba sedienta, decidió pedir un vaso de agua (hay que beber dos litros diarios, para tener bien hidratada la piel) a los moradores o moradoras de aquella casita.

Como quiera que nadie respondió a su llamada y la puerta se encontraba abierta, Cabellos Teñidos osó (no “oso”) entrar en la morada encontrando esta completamente vacía.



La mesa estaba dispuesta para tres comensales o comensalas. Un plato enorme en el que ponía “papá", contenía una gran cantidad de sopa, otro plato mediano destinado a “mamá” tenía un poco menos, y el tercero, sin duda destinado a algún hijo o hija, era un pequeño recipiente con apenas un cazo de caldo.

-¿Quién ha podido cometer este improperio?- se preguntó nuestra amiga-Esto no puede ser obra más que de un ser machista y misógino. Nadie más se atrevería a servir menos cantidad en el plato de la madre, dando por hecho que por ser mujer va a comer menos que el padre. No puedo permitir que se quede así-dijo mientras repartía toda la sopa por igual en los tres platos (aprovechando para colarla bien y así quitarle todas las grasas de origen animal que sin duda contenía aquel caldo repleto de calorías).
Le pareció escuchar un ruido en la parte de arriba, así que subió por si acaso los dueños o dueñas de la casa estaban allí, encontrándose entonces con el terrible espectáculo de tres camas de diferentes tamaños, que, al igual que había ocurrido con los platos de sopa, atribuían la de mayor envergadura al padre, dejando a la madre una mucho más pequeña, y la menor para el descendiente o descendienta.



-¡No lo puedo creer!-dijo atusándose la rubia y teñida melena- Jamás hubiera imaginado que siguiese habiendo hogares españoles en los que la desigualdad se pusiese de manifiesto con semejante descaro. No pienso permitirlo.


Y con toda su buena intención intentó mover los muebles para distribuir el espacio de otra manera, con una orientación Zen, de modo que las energías fluyesen de forma positiva y desde luego, repartidas por igual para todos los miembros y miembras de la familia.

El esfuerzo fue grande, y aunque ella es mujer y por lo tanto igual a cualquier hombre moviendo muebles, se sintió tan cansada que sin darse cuenta se quedó dormida sobre una de las camas.


El ruido la despertó quedándose perpleja al ver ante ella tres ejemplares de oso mirándola con asombro.


-No os asustéis- dijo nuestra amiga- Soy una mujer feminista pero no hago daño a nadie, solo quiero que viváis en igualdad, y que no haya diferencias entre vosotros por razones de raza, sexo o religión.


-¡Ah! Bueno-dijo uno de los plantígrados protegidos- Mientras no seas del Banco…


-¿Del Banco? ¡No, no! Soy del Ministerio de Igualdad, estaba corriendo por el bosque cuando…


-Perdona, bonita- intervino el otro oso adulto- no nos cuentes tu vida porque bastante tenemos con lo nuestro. El Banco nos acaba de embargar la casa por no pagar la hipoteca, estamos en el paro porque con tanta protección y tanta leche ya no servimos ni para asustar conejos, hemos peleado a brazo partido para poder adoptar un hijo porque somos osos gays recién casados, y cuando lo hemos conseguido, nos dan a este descarado que dice que es “nini” porque no piensa ni estudiar ni trabajar, y que no le gritemos porque nos denuncia al defensor del menor.

-Yo solo quiero que seáis iguales tanto los osos como las osas, que haya respeto e igualdad de condiciones…




-¿Pero tú la has oído? “Respeto” dice la muy mema y acaba de entrar en nuestra casa a recolocarnos la vida sin preguntar siquiera.


-¡Papa, papa! ¿La denuncio por allanamiento de morada? Lo he visto en “Los hombres de Paco”. Además, habrá dejado huellas. ¿Saco el equipo del C.S.I.
-Es que… yo ya me iba. La verdad es que tengo que regresar pronto no sea que con los recortes se carguen mi Ministerio y me quede en el paro yo también, que aunque me den una pensión vitalicia de esas, no es lo mismo.

-¡Ay, la rubia paya, que se quiere escapar!

-¿Me podrían indicar por dónde tengo que ir? Tengo un G.P.S. en el Ipod, pero no tengo metido el mapa de los bosques. Ni siquiera tengo cobertura en el móvil, y he dejado el Ipad en el despacho…

-¡Joer con la igualdad!- dice el oso grande abrazando muy fuerte al otro, mientras el osito adoptado rebusca en el bolso megapijo que se ha dejado Cabellos Teñidos al salir corriendo de la casita embargada.




-Voy a pedir un cambio de ministerio, quiero que me pongan en el de Educación, que allí no se nota tanto si cometo alguna imprudencia o imprudencio.



BUENO, PUES NO SE LO QUE PENSARÁN, PERO A MÍ ME SIGUE GUSTANDO MÁS EL DE SIEMPRE.


1 comentario:

  1. A mí también me gusta más el de siempre, pero que quieres que te diga, Beatriz,,,¡¡este me divierte cantidadddd!!!
    Ole la originalidad, maestría y frescura como describes las situaciones de la vida, aunque a alguno le parezca todo esto un cachondeo,solo es "COMO LA VIDA MISMA"... y me quedo con la sonrisa en la cara, aunque se me llene de arrugas. Igual hasta me adaptas un "clásico" que me las estire(las arrugas, claro.)
    Un cálido abrazo de papel

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