domingo, 2 de mayo de 2010

                                     ¿DE VERDAD HAY QUE REVISAR LOS CUENTOS INFANTILES TRADICIONALES?

La campaña "Educando en Igualdad" promovida por el Ministerio de Igualdad,  propone que se fomente la búsqueda de cuentos que no sean sexistas, y que no situen a la mujer como mero elemento pasivo y decorativo. Hasta ahí, estoy de acuerdo.
Pero hay quien lleva esta recomendación al extremo de revisar los textos tradicionales para que se eliminen personajes o situaciones que puedan dar a entender a nuestros hijos que la mujer sólo sirve para estar guapísima esperando a su príncipe azul.
Hay que mirar las cosas con la perspectiva actual sin olvidar en momento en el que fueron escritos esos cuentos, la educación que entonces recibían hombres y mujeres, y la vida que se llevaba en aquellos momentos.
Nuestros hijos  no van a ser más o menos iguales por leer unos cuentos que han escuchado decenas de generaciones, porque un cuento se cierra al terminarlo y se vuelve a la vida real. Lo que puede afectar a nuestros pequeños es ver que su mamá es marginada en su propia casa, que tiene que hacer todas las tareas porque para eso es la mujer, que su papá trabaja fuera y por eso tiene otros derechos que la madre no puede ni soñar.
Pero si nuestros hijos ven colaborar por igual a su padre o a su madre, trabajen fuera o dentro
(que todo es trabajo), si ven que se ocupan de ellos y les atienden con el mismo cariño e interés, que se organizan y hacen maravillas con el tiempo para poder dedicarles lo mejor de cada día y que les hacen sentirse queridos... ¿Les va a preocupar si Cenicienta es un personaje machista o si La bella durmiente desprestigia la imagen femenina?
¡Por favor!  
También podríamos actualizar otras historias. ¿Se imagina alguien a Don Quijote escribiéndo un e.mail a Dulcinea o quedando con ella en el Facebook?
¡Caramba! Pues esto es lo mismo, cada cosa en su lugar.
Vamos a preocuparnos de educar a nuestros hijos dándoles un buen ejemplo y acercándoles a la lectura con los cuentos de hoy y los de siempre, que los niños son muy listos y saben discernir la realidad de la ficción mejor que algunos adultos.

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