Los libros, a veces, nos ayudan a olvidar los problemas, a evadirnos por un ratito de todo lo que nos acecha a lo largo del día. No puedo imaginarme nada mejor que una butaca cómoda ( si es mecedora, mejor todavía), una mantita, un café ( también vale un cola-cao) y un buen libro entre las manos, mientras los niños juegan y fuera cae una nevada de impresión.
A la niña de esta historia, también le ayudaron los libros a olvidar otras cosas mucho más feas en las que ella no quería pensar. (Fue una pequeña colaboración para la revista de la editorial Everest).
Espero que os guste. (Las fotos, como siempre, caseras, pero todo lo que les falta de profesionalidad, lo llevan en ilusión).
LA NIÑA MARÍA
La niña María
leía y leía
metida en su cama
de noche y de día
Historias preciosas
de hadas bondadosas
o libros de miedo
con brujas odiosas.
María se cree
todo cuanto lee
al abrir un libro
olvida quién es.
Se siente princesa
creé estar presa,
puede ser un duende
o una muñeca.
Las páginas vuelan
cual si aviones fueran,
haciendo a la niña
olvidar sus penas.
No ve batas blancas
ni pálidas caras,
vive las historias
que sus libros guardan
Fórmulas sagradas
y estrellas doradas
son las medicinas
de cada mañana.
Príncipes valientes,
guapos y sonrientes
son todos los médicos
que tocan su frente.
De un rey o un sultán
de un califa o un zar
es este palacio,
no es un hospital.
Libros de colores
con niños y flores
adornan sus días
calmando dolores
Y cuando María
viva ese gran día
que regrese a casa
cargada de vida
Seguirá riendo,
seguirá leyendo
otros libros nuevos
que irá conociendo.
La niña María,
llenita de vida
leía ya en casa
de noche y de día.
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