viernes, 29 de enero de 2010
CONVERSACIONES
Los medios de comunicación nos bombardean estos días con dramáticas imágenes de lo ocurrido en Haití. En uno de esos momentos, mi pequeño se queda mirando la pantalla y me pregunta: “¿Eso qué es?” Así que intento explicarle lo mejor que puedo, lo que está viendo, sin mentir, pero sin decir la verdad del todo, porque ya tendrá tiempo de conocer la pena y la miseria que puede haber en la vida.
“Verás, cariño- le digo- es que ahí, en ese sitio, está todo muy descolocado, algunas casas eran tan viejas que se han caído y claro, ha quedado todo un poco sucio, por eso van muchas personas para ayudar, para hacer casas nuevas, para llevar comida y entre todos, que queden las cosas mejor colocadas y limpias ¿me entiendes, hijo?”
Entonces, se da la vuelta, me mira muy serio y me dice: “Mamá, lo que ha pasado ahí es que ha habido un terremoto”, y se queda tan ancho, mirándome como pensando . “pobrecita, si no se lo explico yo, mi madre no se entera”. Y después dice: “Quita esto que es muy triste”. Y tiene razón, es tan triste que a veces es mejor cerrar los ojos y no ver nada más, aunque sea mientras él está a mi lado.
Con la misma serenidad, al cabo de unos minutos, mientras juega junto a mí, me dice: “¿Tú sabes lo que hay que hacer en un “simulatro” de incendio?” Juro que se me cae el libro que estaba leyendo de las manos, y le pido que me lo explique (lo va a hacer se lo pida yo o no): “Pues mira, nos han “decido” que en los “simulatros” hay que estar muy tranquilos, salir de la clase con calma y juntarnos todos en la cancha del patio, pero tranquilos”
Tiene razón, yo he participado en varios “simulatros”, y la verdad es que estamos todos la mar de tranquilos, ojalá nunca perdamos la calma, porque eso significará que hemos dejado de practicar para pasar a la realidad, en la cual se olvida uno de todo lo aprendido y pierde los nervios.
La última de niños por hoy: “¡Mamá, quiero tener un “gánster”!”
Yo me llevo cada susto con estos niños que “lo flipas”, como dicen ellos.
¿Un gánster? Si ya somos seis en casa ¿dónde meto yo un gánster con lo que deben de ocupar esos señores metralleta en mano?
“Es que todos mis amigos tienen uno de mascota y yo lo quiero…”
¡Ah, bueno! Si todos, absolutamente todos sus amigos tienen uno, entonces la cosa cambia.
Estoy por comprar un ratoncito y ponerle de nombre “Al Capone”
¡¡Qué pena que crezcan!! ¿Verdad? (Los niños, no los ratoncitos)
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