sábado, 10 de octubre de 2009

LAS EDADES DEL HOMBRE (Y DE LA MUJER)




Pues claro que sí, cada edad tiene su encanto, y cada etapa de la vida se vive de una manera. Ayer saboreé la ventaja de tener hijos de diferentes edades, de poder disfrutar de cada uno según el momento que viven, y me dije a mí misma que aunque es cierto que la felicidad no existe al completo, esos ratitos felices son ricos, ricos.
Fue todo bien sencillo, terminábamos de cenar juntos y el pequeño, un poco griposo y con algunas decimillas de fiebre, se me quedó dormido en brazos. No sé cómo surgió el tema de la enseñanza y empezamos a hablar sobre las asignaturas, el enfoque educativo en una clase en la que cada niño tiene unas necesidades, cómo fomentar la lectura en las aulas, si merece la pena “obligarles” a leer un libro concreto o favorecer la lectura que a cada uno le guste más.
Mira, era un gusto escuchar a mis chicos mayores hablar sobre la Logse, sobre cómo enfocarían ellos la educación especial, sobre la forma más adecuada de hacer que los alumn@s se interesen por las cosas que estudian, qué decirles si preguntan para qué vale saber hacer una integral o una derivada, por qué tienen que aprender esto o aquello.
Me quedé con el pequeño en brazos, no me atreví ni a levantarme para llevarlo a la cama, por si se rompía la magia, por si al moverme de allí se iban ellos también y se cortaba la conversación.
Todo ha merecido la pena, todo por escucharles hablar así, por oír sus sueños convertidos en palabras, por ver el resultado de tantas horas de estudio que llevan encima (y las que les quedan), todo por la mirada emocionada que cruzamos su padre y yo al sentirnos pequeños a su lado, al llenársenos el pecho de aire mirando aquellos chicos que no hace tanto bajaban por el tobogán o aprendían a leer cuentos.
En sus palabras revivo la misma ilusión que hace años llenaba mis planes de futuro, y veo que es verdad lo que dicen los físicos, que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Claro que sí, aquella energía que corría por mis venas, aquellas ganas de cambiarlo todo (en mi caso, la enfermería), de hacer el mundo diferente, la misma que el tiempo va aplacando, es la que ahora les sirve a ellos de combustible para querer hacer una enseñanza diferente, una educación física renovada, unos libros adecuados.
“No van a poder cambiar el mundo”-dice mi marido al verles con tanto entusiasmo.
“Bueno-le digo- pero tienen derecho a intentarlo”.
Mi pequeño duerme feliz en mis brazos ajeno a la conversación de sus hermanos. Le beso la frente, le achucho, le siento respirar tranquilo ya sin fiebre. Cuando despierte me contará sus “problemas”: que Víctor le pega los mocos o que Jorge le ha dado un mordisco a su bocata.
Mientras tanto, mi “hombrelescente” de doce años y nueve meses ensaya peinado ante el espejo tratando de aplacar el enfado que tiene porque no le dejo salir todo lo que él quiere.
-¡Mamá! No puedes ponerme un ladrillo en la cabeza para que no crezca…

¡¡Uy!! Si poniéndoles un ladrillo encima no creciesen, había terminado yo con el problema de la construcción.

Pongo al peque en la cama, ya es muy tarde. Otro día que pensé acostarme pronto y no se me arregló, no importa, días hay muchos, pero ratos como este son irrepetibles.
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2 comentarios:

  1. Me estoy imaginando la escena,no quiere uno ni respirar por si se rompe la magia , porque tendremos siempre tanta prisa con lo bonito que son esos ratitos en los que poder conversar con nuestros niños
    que paso llevan mi sobrinos espero que el peque este curadito un besazo de esta jabonera

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  2. Hola Beatriz, que maravilloso es escucharte hablar así, como tú lo haces aquí en estos pequeños relatos en que conviertes con gran destreza las cosas del día a día, lo cotidiano de la rutina, lo fantástico de la vida, de esa vida de las cosas pequeñas que pasan tan inadvertidas, menos para personas como tú, como yo que llenamos nuestras manos y nuestros corazones con la grandeza de la palabra escrita para que otros puedan disfrutar de la magia que hay en ellas.
    Gracias por hablar(yo tengo la suerte de ponerle tu voz a lo escrito, y hasta el brillo en los ojos que seguro iluminaron esas letras)"como la vida misma" y ENHORABUENA por tu último premio, porque sí, porque te lo mereces aunque no se mencione en ningún programa de la tele, ni en las listas de los más vendidos. Por ser quien eres y comprtirlo conmigo.
    Un cálido abrazo de papel

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