lunes, 23 de marzo de 2009

Poner "fin"

Estoy terminando lo último que tengo entre manos, una novela en la que llevo inmersa casi tres años, y este momento es de los más emotivos que tiene la escritura.
No es que necesite llegar al final de una novela para darme cuenta de que me gusta escribir, sino que estos días en los que me ronda el final, siento emociones tan intensas que llego a pensar que estoy un poco pirada, de verdad.
¿Se puede uno llegar a poner nervioso por escribir el final de la propia novela? ¿Se pueden saltar las lágrimas al poner la palabra “fin”?
A mí me lo cuenta otro/a y me parto de risa además de recomendarle unas vacaciones en la montaña (por no decir un buen psiquiatra). Además le pongo de pijo para arriba, de memo, de prepotente y de presumido. Pero claro, por eso yo no se lo he contado nunca a nadie, porque son cosas para no contarlas, para vivirlas, aunque esta vez me decido a colgarlo aquí por si a alguien más le pasa, que piense que no está solo, que hay más pirados como él o ella.
Ya me ha pasado alguna vez que me he quedado como enganchada en los propios personajes, en la historia, me cuesta cerrar ese tema en el que he estado volcada mucho tiempo para pasar a otro, a otros personajes nuevos con otras historias que contar, y veo que esta vez me va a pasar lo mismo, que me voy a quedar un tiempo inevitablemente “colgada” de ellos.
Luego, viene al camino más difícil, ya sé que queda un largo recorrido de valoraciones y análisis por parte de los demás, pero es algo en lo que yo ya no puedo intervenir, lo que quería contar está contado, lo que necesitaba decir, ya lo he dicho, y me quedo tan a gusto, que sólo quiero cerrarla, darle a la tecla de imprimir y abrazar muy fuerte las emociones que encierran ese montón de folios que pasaron de estar en blanco a describir un tramo en las vidas de una serie de personajes, un historia, pero sobre todo, unos sentimientos que quiero hacer llegar a los demás.
El misterio es si el lector podrá sentirlo tal y como a mí me gustaría que lo sintiera. En realidad, esa es la magia de la escritura, saber si el que recibe el mensaje, lo recibe como yo he querido transmitirlo, porque si lo he logrado, todo habrá valido la pena, si no, hay tiempo de volverlo a intentar.
Por primera vez he tenido que escribir la última página de la historia y poner la palabra “fin” antes de haber escrito los dos últimos capítulos, pero es que lo necesitaba, no he podido esperar, quería asegurarme ese final, quería relajar la tensión de la parte última y decirme a mí misma que todo iba bien.
Después, he puesto una música linda, he cerrado la puerta de mi cuarto, y releído esa última página. Cuando me he dado cuenta de que se me estaba poniendo la piel de gallina, he pensado: “Ha quedado bien”.
¡Joer! Qué cosa tan complicada es esto de escribir, pero qué momentos tan especiales proporciona.

1 comentario:

  1. Oye, que no he leido ni una sola linea de esa novela tuya y ya se me ha puesto a mi también la piel de gallina y me han recorrido unas cosquillas por todo el cuerpo que "pa qué". Pues es verdad eso que dices, a veces es difícil poner fin a una historia, pero suele ocurrir, por lo menos a mí, que lo que más me cuesta es lo que hay justo antes del final, ese tramo que tiene que llevar al desenlace de una manera segura, para que no parezaca que está simplemente "pegado" ahí porque sí.
    ¡¡Disfruta de todas esas sensaciones que te provoca eso que tienes entre manos!!, qué mas dá lo que venga después, esas sensaciones son tuyas, íntimamente tuyas, solo a tí te corresponden y a nadie´más. Luego, nosotros, los que tengamos el gusto de leer tu historia la haremos nuestra, la personalizaremos para sentirnos en ella y experimentaremos nuestras propias sensaciones, que serán nuestras y de nadie más, siento decirlo...ni siquiera tuyas. Porque tu obra ya te habrá trascendido, y eso....¡¡¡será fantástico!!
    Un cálido abrazo "de papel" y gracias por tus palabras en mi blog, porque se que salen de dentro y llegan volando con tu cariño.

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