Yo soy muy organizada, a veces de tan organizada que soy me lío yo sola y me complico la vida rizando el rizo, por si la vida actual no fuese ya bastante complicada, y en esa organización o lo que sea, tengo la paranoia de apuntar todo lo que tengo que hacer, algo que por cierto no recomiendo, primero porque nuestra memoria es muy cómoda y se acostumbra a la nota, hasta que llega un momento en el que no se puede vivir sin la dichosa nota en la que descargamos nuestro disco duro y nos volvemos dependientes de ella, y segundo porque la nota se puede perder, caer en manos de otro que no la sepa interpretar como nosotros y eso nos puede acarrear problemas.
Ese día tenía yo una tarde completita: me había propuesto limpiar a fondo el polvo en las habitaciones de mis hijos (para ellos esto es un ataque de los míos, para mí, una rutina que hay que hacer y punto) y además tenía que hacer la comida de los mayores, la del pequeño, y llevarle al médico, así que, como estaba en el trabajo y no paraba de pensar en la tarde que me esperaba, escribí en una nota lo que tenía que hacer para organizarme un poco mentalmente. Una tontería, porque luego esas notas ni las miro, pero bueno, me parece que si lo veo todo escrito en un papelito está como más fácil, más organizado y suelo hacerlo así aunque ya digo que luego son notas que aparecen en el bolso de cualquier chaqueta al cabo del tiempo muertas de olvido.
Cuando llegué a casa, me puse frenética a darle a la faena, hice todo como me lo había propuesto y cuando caí derrengada en la sala de espera del pediatra, me acordé de la nota que había hecho. Miré en el bolso y nada, ni en los bolsillos de los pantalones o la chaqueta, ni rastro de la nota. Rebobiné a ver dónde podía haberla dejado y cuando se me encendió la lucecita me di cuenta de que la había olvidado en la mesa del trabajo, algo que no tiene por qué tener mayor importancia, pero que ese día sí que la tenía porque en la nota yo había escrito:
-De tres a tres y media….Polvo Oscar
-De tres y media a cuatro….Polvo Pablo
-De cuatro a cuatro y media….Polvo Dani
-De cuatro y media a cinco….Polvo Javier (hacer comida que le gusta)
-De cinco a seis…Comida a los demás
-A las seis y media……cita con el médico
-Descanso.
Yo, trabajo con un médico, y dejé esa nota en la mesa del despacho que compartimos, tuve suerte porque aquel día llegó más tarde que yo, pero juro que la señora de la limpieza me miró con una cara de picarona que me hizo agachar la mirada de lo roja que me puse.
No he dejado de hacer notas porque no lo puedo evitar, pero lo que sí hago es asegurarme de que son menos confusas, nada de ambigüedades, que luego pasa lo que pasa.
pero ¡¡¡qué GENIAL!!!, digno de una de tus novelas hechas para divertir y amenizar con estilo y profesionalidad. Me recuerda a tu libro "Cantando los Cuarenta", que por cierto regalé el año pasado a una de mis mejores amigas y hoy me ha dicho que le ha encantado y que lo relee a menudo. Sobretodo cuanod se va para la cama con la cabeza "bien cargada" de problemas,....lo lee y puf!! la sonrisa en la cara.
ResponderEliminar¿No te parece eso estupendo?, que algo que escribes de "placer" a una persona que tú ni siquiera conoces???
Me encanta cómo describes las situaciones más cotidianas transformándolas en relatos maravillosos en los que escabullirnos de nuestra realidad para adentrarnos en la tuya, bueno, en la de tus personajes.
Ah!!! yo tambien hago notas que luego olvido en casa, y organizo la agenda que luego no miro,,,,,Deberíamos de crear una asociación de "anotadoras sin fronteras y sin cabeza"???
Te dejo varios besos aquí anotados, para que no se me olvidennnn