Mi pequeña aportación desde las letras:
Este príncipe encantado
salía por la
mañana
a cazar muy
arreglado
sin siquiera
hacer la cama.
La princesa
estaba ya
hasta las
mismas narices
y no sentía
feliz
aunque
comiese perdices.
Un día se
puso seria
y habló muy
claro con él:
“El palacio es de los dos,
si tú sales, yo también,
la limpieza, repartida,
la comida la haremos a medias
y el colegio de los niños:
yo les traigo y tú les llevas”
Desde
entonces, el marido
pregunta
antes de salir:
“¿Te ayudo, cariño mío?”
Y ella
responde segura:
“Nada de que me ayudas,
se trata de COMPARTIR”
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