miércoles, 30 de abril de 2014

DE CUENTOS Y RECUERDOS

    Mi primer cuentacuentos fue mi abuelo Mingo, un hombre del campo, de trabajar las tierras de sol a sol, de manos rudas y mirada limpia, de aquellos que lo mismo sembraba patatas que arreglaba un tejado  o cambiaba un grifo, el que apenas fue a la escuela, el que estuvo en el frente de la guerra civil "pero nunca tuvo que matar a nadie", el que se quedó en España cuidando de su madre cuando todos sus hermanos emigraron a Argentina y nunca más volvieron.
Ese era el que me contaba aquellos cuentos del "osito pequeño", un osito que trepaba por los árboles y al que solo veía él, porque cuando yo miraba, ya se había ido ¡dichoso osito
!











    Me parece escucharle: "¡Míralo, míralo! ¡Ahí está! ¿No lo viste? ¡Si estaba ahí mismo, ahora ya se escondió!". La conformidad de la infancia me hizo sumarle a la lista de personajes invisibles pero determinantes en nuestras vidas: los Reyes Magos, el ratoncito Pérez, y... el osito pequeño, ¿Por qué no?. Cada vez que salíamos a dar un paseo, mi petición era la misma: "Cuéntame un cuento del osito pequeño", y él, que no había ido nunca a cursos de cuentacuentos, inventaba sobre la marcha historias que me hicieron subir a las copas de los árboles con el esquivo osito de poderes tan mágicos que ha conseguido anclarse en mi memoria capeando temporales  de olvido en los que otros recuerdos se habrán ido perdiendo,  fíjate si Mingo tenía razón en que el osito pequeño era especial.



Recuerdo también a mi madre, con su eterno "Gallo Quirico" que iba a la boda del tío Perico, o con "La gallina Marcelina" aquella que decía: "Cantemos hijos míos, no le temáis al frío, yo soy una gallina de mucha tradición, pues era de mi abuela el huevo de Colón".
-¿Qué haces, mamá?" Me preguntaba mi hijo el otro día mientras yo escribía, su padre me ayudaba en los diseños de materiales y su hermano y él veían a Nadal contra Ferrero.
-Pues... en este momento, estoy haciendo buenos recuerdos para vosotros.
No creo que el pequeño me entendiese, pero el mayor sí.
A veces me gusta dar un salto en el tiempo e imaginármelos dentro de unos cuantos años:
"¿Te acuerdas aquellas tardes mientras mamá escribía y papá dibujaba? Lo bien que lo pasábamos tú y yo viendo el tenis,  un partido de fútbol o echando una a la Play? ¡Qué tiempos! ¡Quién los pillase!"
Sí, ya sé que también dirán: "¿Y te acuerdas cuando mamá llegaba del trabajo y nos caía "la del pulpo" porque teníamos los cuartos revueltos o la ropa tirada?"
Me encanta disfrutar el presente porque sé que será su pasado, sus recuerdos, las vivencias que contarán a sus hijos, como yo les cuento ahora de mi abuelo Mingo que tal vez, sin él saberlo, puso la semilla de mi afición a contar.
¡Es que es tan importante la infancia!



1 comentario:

  1. Pues aunque contara esos cuentos tan buenos, lo que mejor hizo tu abuelo fue sembrar.¡ Menuda cosecha ha conseguido!

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