jueves, 1 de noviembre de 2012

CUANDO LA ESCRITURA MANDA


No queda más que obedecer, porque el autor/a por mucho que quiera dirigir sus pasos en un sentido, es la escritura la que lleva la voz de mando y la que finalmente tiene la última palabra. Por más que intento ponerme manos a la obra con un par de novelas que tengo empezadas, no lo consigo, de una forma o de otra siempre termino en otro sitio, y no hay nada qué hacer, quien manda, manda...

Ahora parece que una cuerda invisible tira de mí por el camino de la poesía infantil, y no lo puedo evitar, me acomodo entre los versos de palabras muy sencillas, como si estuviese en el sofá de mi casa, me acurruco como si volviese a ser la niña o el niño que pone en su boca lo que escribo.

¿Os gustará?


 MAMÁ Y  TÚ ¿QUÉ QUIERES SER DE MAYOR?


-Mamá, y tú ¿qué quieres ser de mayor?-
pregunta el niño mirando
la tarta de cumpleaños
y abriendo el regalo mejor.

Detiene un momento la fiesta
la madre muy sorprendida
mientras el niño la mira
y ella piensa la repuesta.

-Anda, di- dice el pequeño-
Yo quiero ser marinero
y subido en un velero
veré cumplido mi sueño.

También puedo ser un piloto,
llevar muy alto mi avión,
conducir un gran camión,
o ser policía con moto.

Dime, mamá, por favor,
¿no has pensado todavía
qué vas a ser algún día
cuando crezcas como yo?

-Claro que sí, corazón-
dice ella apresurada
con la voz entrecortada
al sentir tanta emoción.

-Verás lo que tengo pensado
para cuando haya crecido,
es lo que se me ha ocurrido
para estar siempre a tu lado:

 Seré grumete obediente
cuando vayas en tu barco,
el mar me parecerá un charco
porque seré muy valiente.

Seré nube de algodón
si llegas cerca del cielo
y así protegeré el vuelo
cuando pilotes tu avión. 

También puedo ser el camino,
la autopista o el sendero,
para guiarte ligero
con tu camión al destino.

Y si eres un buen policía
seré sombra en tus talones,
deteniendo a los ladrones
que un castigo merecían. 

El niño le da un abrazo
mientras la mira asombrado
y se queda acurrucado,
sentadito en su regazo..

-¿Y si soy profesor?
-Yo, libro- contesta rápida ella.
-¿Y en caso de ser estrella?
-Entonces sería el sol.  

Te daría mi calor,
la luz de cada mañana,
mis rayos a tu ventana
 llenarían  de color.

-¿Sabes, mamá, lo mejor?
Escúchame bien atenta:
acabo de darme cuenta
de que tú ya eres mi sol.





Para los hijos, para las madres, para los que tienen sueños, para los que ya no los tienen pero quieren recuperarlos... O sea, para todos.


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