sábado, 7 de agosto de 2010

EL DÍA DEL NIÑO

Recibo muchas visitas de países de América Latina, lo cual me hace una ilusión tremenda, porque me parece mágico que mis palabras puedan llegar tan lejos con sólo un "clik" de ordenador. Al principio pensaba que se trataba de personas que entraban en mi página sin querer, buscando otra dirección o tal vez confundidas por el título, pero como esas visitas se siguen manteniendo, creo que lo hacen porque perciben el cariño y el agradecimiento que pongo en lo que escribo, y eso, de verdad, me da alas para seguir volando en este complicado mundo de la escritura.

Por eso hoy, mi entrada va dedicada a algunos países de habla hispana en los que mañana, día 8 de Agosto, se celebra "El día del niño", ese día que para algunos es todos los días y para otros no lo es nunca.

A mi niño de cuatro años le preocupa una cosa, así que, hace unos días, me preguntó:
"Mamá: ¿qué pasa cuando se van cumpliendo años y se acaban los dedos de las manos para contarlos? ¿Ya no se cumplen más?"

Ojo al dato, porque claro, para nosotros es una tontería, pero para él, es toda una incógnita saber cómo lo va a hacer cuando cumpla más años que dedos tienen sus manos.











A mí, que me encantan estas conversacio-nes irrepetibles, se me hace un nudo en el estómago ante tanta inocencia como encierran las preguntas de un niño, sus problemas "enormes", sus dudas y sobre todo, su forma de preguntarlo, como si me estuviese haciendo una confidencia que a nadie más se le puede decir.
"No te preocupes-le dije- no pasa nada, se van cumpliendo años igual, y si se te acaban los dedos de tus manos, coges prestadas las manos de los demás, que para eso somos una familia, puedes coger mis manos, las de papá, las de tus hermanos..."
Parece que la explicación le convenció, porque se quedó pensativo un rato y luego siguió con sus juegos habituales como si nada.
Seguramente que él ni se acuerde ya de lo que hablamos, pero a mí me hace pensar lo maravilloso de tener estas oportunidades, estos ratos de ternura que sólo puede propiciar una mente limpia como la de un niño.Así que me fui enseguida a apuntar en mi cuaderno de los deseos, uno más.
¡Ah! ¿No he contado que tengo un cuaderno donde escribo deseos?

Pues sí, además los tengo ordenados por categorías: los que cuestan muy poco dinero, los que cuestan mucho dinero, y los que no dependen del dinero.

Y en esa última sección es donde anoté el deseo de que en mi casa no falte nunca un niño. Cuando los míos dejen de serlo, que vayan llegando otros, sus hijos, sobrinos o parientes del tipo que sea, pero que siempre haya pequeños pasos correteando por las habitaciones de mi casa, ropa diminuta tendida al sol, noches de Reyes que emocionen a los grandes más que a los chicos y preguntas inocentes que remuevan sentimientos.


Es como echar una moneda en una fuente o un pozo con la esperanza de que el deseo se haga realidad, ya sabemos que por eso no se va a cumplir, pero no hace daño a nadie y... quién sabe si tal vez los magos del destino nos echen una mano. Al fin y al cabo, de ilusión también se vive.

Mientras los sueños se cumplen o no, mi deseo de hoy es que ese "día del niño" sea lo más feliz posible para todos los que puedan celebrarlo y lo menos triste posible para aquellos que ni siquiera saben que se celebra.
Para los niños, el tiempo también pasa (echar un vistazo a las imágenes superiores del margen derecho del blog), así que, procuremos que pasen lo mejor posible.

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