martes, 28 de mayo de 2013

CREANDO JUNTOS


   Estoy escribiendo un texto para niños, hasta aquí, todo normal.

   Escribir para niños con uno al lado (literalmente, al lado o encima) es muy tentador, así que, no me resisto las ganas de decirle eso de "¿Te lo leo a ver qué te parece?".

   Mis hijos siempre responden que sí, claro, nos une un parentesco demasiado cercano como para arriesgarse a una negativa.En mi favor, tengo que decir que no suelo abusar.

   Los hijos, como las madres, no es que sean los más imparciales del mundo, pero bueno, a un niño se le nota mucho si algo le gusta o no. El mío es muy discreto, si no le gusta mucho dice: "Sí, está  bien...¿te queda mucho que leerme?"
   Con eso ya me dice bastante, claro.

   Este día ha sido diferente, le leí lo que tenía  y me pidió más: "No puedo leerte más porque no lo tengo escrito". Fue muy motivador ver que se quedaba con ganas, e incluso que andaba detrás de mí: "Venga, mamá, escribe, que hoy no has escrito nada".

   Lo mejor es que de él partió la idea de dibujar los personajes, alguno incluso antes de que yo le hubiese dicho cómo era, con lo cual me ha facilitado la labor, porque he creado ese personaje en función de cómo él lo ha imaginado.


Os presento a Martín, Irene y Goyito (un bebé grandote con chupete y gorrito de puntillas).

"¿Te das cuenta de lo que estamos haciendo juntos" le dije.
"Estamos creando" me contestó muy orgulloso.

   Y es verdad, está todo ilusionado, hasta se ha puesto en el dibujo: "Javi, ilustrador, siete años".
   Yo debería poner debajo: "Beatriz, autora, la madre (que lo parió), taitantos años".

   Es genial tener hijos de todas las tallas: si escribo para mayores, tengo (dos); si es para adolescentes, tengo; si es para peques, tengo.
   Pero sobre todo, si les necesito, les tengo (a los cuatro).

   Hala, lo dejo, que me estoy poniendo de un tontorrón...
 
   Voy a escribir otro poco, que si no, el ilustrador me da caña.



domingo, 19 de mayo de 2013

PEQUEÑOS PRÍNCIPES DESTRONADOS


Un pedacito de verso para esos hermanos mayores que son, con frecuencia, la mejor de las ayudas cuando llega otro pequeño a casa.



Mi hermano pequeño

Quiero jugar con mi hermano
pero es pequeño y no sabe,
sólo chupa su chupete
y llora si tiene hambre.



Quiero leerle mis cuentos
pero no sabe escuchar,
no hace caso cuando hablo
ni me deja terminar.

Me mira desde su cuna,
me aprieta fuerte la mano,
pero no me dice nada,
¡Qué pequeño que es mi hermano!

Lleva puestos los pañales
porque no sabe ir al baño,
toma solo biberones
y no tiene ningún año.


No sabe jugar a la oca,
ni a muñecos o a correr,
ni siquiera tiene dientes,
no sé cómo va a comer.

“Pero no te preocupes,
tú también naciste así,
-dice papá muy contento-
se parece mucho a ti”

Sé que tengo que cuidarle,
cantarle alguna canción,
y enseñarle muchas cosas
porque yo las sé mejor.

Bueno, pues que se despierte,
que duerme como un lirón,
y yo tengo que contarle
que soy su hermano mayor.


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sábado, 4 de mayo de 2013

GATITO, GATITO...

     

 A veces ocurren cosas que trascienden en el tiempo y no sabemos por qué, van pasando de generación en generación sin cambios posibles.
       ¿Alguien sabe por qué se dice que los gatos negros traen mala suerte?
       ¿Quién sabe?  A lo mejor fue por esto:

Había un gatito negro
que corría sigiloso
por los tejados del pueblo
con su trote cauteloso.

Se echaba encima la noche,
la oscuridad le asustaba,
y en busca de su gatera
corría que se las pelaba.

Tuvo tan mala fortuna
que pisó una teja suelta
y sin solución posible
la vio caer dando vueltas.

No había llegado al suelo
cuando encontró una cabeza
y la teja voladora
fue a estrellarse contra ella.

El minino se asomó
y vio al alcalde del pueblo
que gritaba como loco
y juraba en arameo.

"¡Ven aquí, gato asqueroso
-dijo el edil cabreado-
como te coja te arranco
el pellejo de un bocado!"