sábado, 9 de agosto de 2014

PEPÍN Y LOLA HACEN DEPORTE


          
           -¿Qué haces, Pepín?
           -Estoy viendo vídeos de la luna.
           -¿Y pa qué?
-Para saber cómo es por dentro, ¿ves? Está llena de agujeritos, y hoyos.
-Pa que lo marcianos juguen al gof. 
Esta niña es así, pequeña, y claro, tiene muchas fantasías en la cabeza, a ver quién le explica que los marcianos son de Marte, como su nombre dice, en la luna serán lunianos o algo así.
-¡Vamos, niños! Hoy toca hacer deporte, vamos, a prepararse todo el mundo.
"Todo el mundo" somos Lola y yo, porque papá oye la palabra "deporte" y se pone malito, le duelen las piernas, la espalda, los zapatos...
-¿Os vais? - dice fingiendo pena, pero no- pues ya me gustaría ir con vosotros, cariño, (mentira cochinera en defensa propia), pero al ir a levantarme hoy me ha dado "un vago" tremendo.

miércoles, 6 de agosto de 2014

ESTRELLAS


-¿Cuántas estrellas tiene este hotel, papá?
Y él, desde dentro, me respondía:
-No sé, sal fuera y cuéntalas.
Así que yo abría la cremallera de la tienda de campaña, miraba al cielo y empezaba a contar:
-Una, dos, tres...¡Son muchísimas, papá! No puedo contar tantas.
-Bueno, pues no las cuentes, al fin y al cabo, la categoría de los sitios no se mide por las estrellas, sino por lo a gusto que uno se siente en ellos.                                    
Hoy sé que mi padre tenía razón, y que  no era cuantificable lo bien que yo me sentía a su lado, pero aquellas estrellas imposibles de contar para mí, me servían para cuando llegaba al colegio y mis amigas presumían de sus vacaciones.
-¡Fíjate, papá, Ana ha estado en un hotel de sólo cinco estrellas, y Bego en uno de cuatro!
-Ya te he dicho que eso no es lo importante, lo que cuenta es si lo han pasado bien.
Pero en mi cabeza de seis años flotaba la sensación de que las vacaciones junto a mi padre, bajo un cielo con categoría de mil estrellas habían sido infinitamente mejores que las suyas.
Posiblemente, no me equivocaba.