jueves, 24 de julio de 2014

EL KIT DEL ESCRITOR/ORA


Cuando una "persona humana" emprende el camino de la escritura deberían darle un kit con las cosas que va a necesitar. Bueno, como lo de "kit" es una solemne pijada teniendo en nuestro idioma palabras estupendas, pongamos equipaje, maletín, carro con ruedas... cada cual que lo lleve como quiera, pero debe contener:
-Varios kilos de paciencia recargable, porque se agota con facilidad y es muy necesaria.
-Toallas de repuesto, porque eso de "tirar la toalla" sucede con frecuencia, pero nunca es definitivo.
-Buen humor soluble, porque se disuelve mejor en la mala leche que a veces hace acto de presencia e incluso se vuelve okupa durante un tiempo.
-Papeles, muchos papeles, para poder perderlos, barra libre para "perder los papeles", oiga.
-Manual para hablar sol@. Que contenga las preguntas básicas del gremio: "¿Para qué demonios escribo yo?" "¿Por qué no puedo dejarlo y dedicarme a otra cosa más productiva?" "¿Por qué tengo tan mala suerte?" "¿Por qué me pierdo tantas otras cosas que podría estar haciendo en vez de robarle horas al sueño, a la familia...?" 
-Complejo de gilipuertas, sobre todo cuando no te pagan lo que te deben, cuando te prometen y no cumplen, cuando creen que eres tonta de baba.
- Instinto de sospecha: que aflora cuando tienes la oportunidad de leer textos que han ganado concursos a los que tú te presentabas y que son auténticos "cayos malayos", infumables, patéticos.
-Un paquete de afirmaciones rotundas y definitivas aunque duren... tres o cuatro días como mucho: "No vuelvo a escribir", "Lo dejo", "No me presento más a esto o a aquello", "No quiero saber nada de este mundo (del literario, aunque del otro hay veces que tampoco)". 
-Risa intravenosa (puede ser intramuscular, pero tarda más en hacer efecto). Reírse de las ocurrencias que se nos ocurren (de ahí le viene el nombre), de los planes de escribir algunas cosas que afortunadamente, se quedan en eso, en planes; de las ideas peregrinas, de la imaginación que a veces va a su puta bola y luego no está cuando la necesitas... Reírse, porque la otra alternativa es llorar y eso es mucho más aburrido, ¿dónde va a parar?
-Un aparcamiento: sí, sí, un aparcamiento para los textos que se empiezan y quedan por ahí, durmiendo esperas e incluso esperanzas, que a veces llegan a ver escrita la palabra "fin" y a veces "finalizan" sin ella. Ahora se puede dejar todo en "la nube", claro, pero chica, yo, donde esté un buen aparcamiento...
-Alguien completamente imparcial, puede ser una madre, mismamente,  que te diga que todos los concursos están amañados (excepto los que tú ganas, esos sí que no).
-Una familia que esté siempre ahí, que no tengan ni idea de por qué escribes, que no entiendan las idas de olla que te dan a veces, o los ramalazos de escribir a lo bestia o no tocar el ordenador, según te de; que ejerzan de taxistas, porteadores, vendedores, levantadores de ánimos, a veces también de "bajadores" de ánimos, y todo eso sin comprender nada de lo que haces, asumiendo que es "porque te gusta" y ya está.
-Y una amiga, una amiga que a ser posible sea también escritora (vale amigo escritor), en la que veas que no estás de atar, que todo lo que te pasa no te pasa a ti sola, que sube y baja en la misma noria de emociones que tú, que te hace creer que la has animado sin darse cuenta de que es ella la que te anima a ti, que se alegra de tus pequeñeces y sabes que se alegra de verdad porque tú te alegras igual de las de ella, que le brillan los ojos cuando habla de escritura, que te hace pensar: "Oye, pues igual estamos de psiquiatra las dos, pero si vamos juntas a lo mejor nos hace precio"; que te reconcilia con las historias, con los personajes y con todo lo que rodea esta dichosa pasión que afortunadamente compartimos.

Yo, la amiga, ya la tengo.

Gracias, Soco.

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