Hay personas que actúan como relojes en nuestra vida. ¿No os pasado nunca?
Todas las mañanas al ir al trabajo me encuentro a una serie de personas que me indican si voy pronto o tarde según el lugar en el que coincidamos, gracias a que ellas son más puntuales que yo, claro.
Son tan habituales que no puedo evitar imaginar sus historias.
La primera señal horaria en forma de persona son dos señoras, bastante mayores que caminan todos los días, cuando aún no ha amanecido, por una zona no excesivamente iluminada, y da igual que llueva o nieve, que haga aire o estemos bajo cero, ellas caminan contra los elementos, a veces con las cabezas tapadas por amplios mantones que se adivinan suaves y amorosos por el uso.
La primera señal horaria en forma de persona son dos señoras, bastante mayores que caminan todos los días, cuando aún no ha amanecido, por una zona no excesivamente iluminada, y da igual que llueva o nieve, que haga aire o estemos bajo cero, ellas caminan contra los elementos, a veces con las cabezas tapadas por amplios mantones que se adivinan suaves y amorosos por el uso.
Si voy bien de tiempo las encuentro bastante adelante, a mitad de mi camino, pero cuanto más me retraso, más cerca están de mi casa, y no necesito ni mirar el reloj, me apresuro nada más verlas mientras admiro sufuerza de voluntad frente a mi eterna “remolonería” para madrugar.También imagino su vida, seguro que son vecinas y viven solas, cada una en su casa, pero solas, tal vez tengan hijos que en alguna ocasión les hayan dicho que no son horas para salir a caminar, que no es prudente que lo hagan según el tiempo que esté, o tal vez sus hijos ni siquiera sepan que ellas llevan ese horario marcial, los hijos, a veces, no sabemos tantas cosas…
También me encuentro a la jovencita que, cerca ya de mi trabajo, sale a correr con esas mayas que desvelan unas piernas delgadísimas . Otra tenacidad que me sorprende, madrugar tanto para salir a correr, tal vez yo debería de hacer lo mismo, porque después, a lo largo del día no encuentro ni el tiempo ni las ganas de hacerlo, lo que si encuentro son disculpas, eso sí.
Ella también es tremendamente infalible como reloj, seguro que es así para todo, sin duda es una persona metódica, organizada, exigente consigo misma y puntual .
Algunas veces pienso si yo también seré reloj para alguien, un reloj que normalmente atrasa, es verdad, poco fiable en ese aspecto, pero quizá hayaquién me incluya entre los rostros desconocidamente familiares que cruzan nuestra vida aunque no crucemos una palabra.
Otro día hablamos de otras clases de personas.
Otro día hablamos de otras clases de personas.
Esto es muy curioso, pues cuando abro mi ventana y miro al exterior me encuentro una persona delante de un edificio público donde pasan cientos de personas cada dia , y ahi esta siempre, el mismo señor. Pregunto ,pues mi curiosidad aumenta y todavia no he logrado porqué esta siempre ahi.Pensé que era de seguridad,pero no. si hace mucho frio ,si llueve , si hace viento , si hace calor ....etc siempre está ahi . y a las 2 en punto se va. Por la tarde como el edificio está cerrado a veces esta en el bar de al lado.Para mi es toda una incognita. Curioso muy curioso las personas reloj que nos encontramos ,pues funcionan como tales.
ResponderEliminarBueno, ya me he cansado. Voy con el tercer intento ¿qué es lo que falla? Que digo yo... que decía... que había dicho que yo también tuve mi reloj humano en los lejanísimos tiempos del instituto. Era una chica morena, muy guapa, a la que encontraba en las proximidades de San Isidoro. Si me la cruzaba en la parte baja de la cuesta, yo tenía que acelerar para llegar antes de que cerraran la puerta de la capilla. En aquellos tiempos nos hacían entrar por la iglesia para que asistiéramos a las oraciones de la mañana. ¡Qué cosas! Por cierto, la chica-reloj se casó con Gonzalo, un compañero mío de trabajo.
ResponderEliminarPues sí, Bea, todos los relojes son válidos, hasta los que atrasamos o tenemos las horas equivocadas y llegamos tarde a nuestro DESTINO (así, con mayúsculas)