Nos han dado las vacaciones de Navidad.
No podemos ver Bob Esponja ni nada porque están echando por la tele unos
niños que cantan y mamá quiere oírlos. Son raros, no cantan canciones, solo
números, y así todo el rato. Hay unas pelotas enormes llenas de bolitas por
dentro. Menudo rollo.
Nos vamos a mi cuarto a recortar revistas pero nos aburrimos, así que
jugamos a los de la tele. Lola trae unos papeles con números, los vamos
recortando en cachines y los ponemos en
un balón viejo que está roto por la mitad.
Lola mete la mano y saca un número y yo hago como que lo canto:
-¡Un cincooooooo!
Y ella dice :
-¡ Uno euroooooooos!
Pero nos peleamos porque siempre quiere ganar, no sabe qué, pero quiere
ganar y eso no es así, hay que repartir: una vez gana ella y cinco gano yo, que
soy mayor.
Bueno, pues no lo entiende.
De repente, escuchamos a mamá dando brincos por la casa, llama a papá por
teléfono y le dice que nos ha tocado
algo, que no es como otros años que
tocaba “la pedrada”, no, que este año es más “gordo”.
Cuelga y empieza a dar vueltas por todos los sitios.
Está muy rara. Habla solita. No encuentra algo y se está poniendo muy
nerviosa. Lola y yo dejamos de jugar a niños que cantan.
Mamá dice que no encuentra “ el décimo”. ¡Qué despistada está!
-¡Mamá!- le digo desde el cuarto- ¿Pero no sabes dónde está el décimo?
Viene corriendo. Lola se mete debajo de mi cama, es una niña un poco
cobarde, la verdad, pero claro, es pequeña, cuando yo era así también me
escondía ahí si veía a mamá enfadada por algo, no hace nada, pero nos gusta más
cuando está contenta. Papá ya no cabe, él se guarda en el baño.
-¡El décimo!- repite con los ojos un poco sacados de su cuerpo humano- ¿Tú
sabes dónde está el décimo?
Me da la risa.
-¡Pues claro!- le digo orgulloso porque sé que la voy a poner alegre - el
décimo está dos pisos más arriba de este, mamá ¿no ves que vivimos en el
octavo?
Pero no, me parece que no es eso.
Se ha quedado como una “estauta” mirando el balón con los números que
habíamos recortado Lola y yo.
Se agacha y los va cogiendo despacito.
Me meto debajo de la cama con Lola, que tampoco soy tan mayor todavía.
Mamá va colocando los papelitos en el suelo como cuando hacemos un puzzle,
pero me da que le faltan piezas.
Mamá, puede llora r de colores porque se pinta los pelos de los ojos para
estar guapa.
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