A veces, el temor a repetir experiencias negativas nos hace perder la oportunidad de vivir momentos mejores. No todo tiene que ser igual siempre. Lo lógico sería sacar de cada momento lo mejor, aprender de lo que no se hizo bien, y levantarse otra vez para emprender el camino, porque puede que en algún recodo nos aguarde algo digno de ser vivido.
Eso sería lo lógico, claro...
Gracias por leerme
Eso sería lo lógico, claro...
Caminaba
despacito por la calle, al igual que lo había hecho siempre por la vida, y ligera
de equipaje, lo que más le pesaba eran los recuerdos, y a esos no había quien
los echase de la maleta.
Las calles seguían siendo las
mismas, un poco más modernas, claro, el tiempo no pasa igual para todos. ¡Quién
pudiera revocar la fachada y rejuvenecer de verdad! De verdad, no como los
artistas del colorín, que creen que se quitan años pero lo que se quitan es
dignidad.
Algunos edificios albergaban
negocios diferentes, luces renovadas, carteles más llamativos, pero las hileras
de gente que llenaban el asfalto eran iguales: vidas corriendo de un lado a
otro, prisa, ajetreo…soledades al fin y al cabo.
Ya no tenía el cuerpo para tanto
bullicio, su catarsis necesitaba calma, así que entró en el pequeño café de la
esquina (la llevaron sus pies allí, no es que ella lo buscase, es que los pies
tienen memoria y reclaman su protagonismo de vez en cuando, que ya están hartos
de que siempre se lo lleve el cerebro).
Un joven camarero le preguntó lo que
iba a tomar y tecleó en un pequeño ordenador el café descafeinado y con
sacarina que le pidió. No andaba ya por allí el viejo Felipe con su delantal
impoluto y su libretilla de espiral con el lápiz siempre afilado. Tampoco las
mesas eran iguales. ¡Ni el café! ¡Madre mía! Qué malo estaba el condenado…
Cerró los ojos que estaban empezando
a humedecerse. Sería de la alergia, seguro.
Y escuchó en el aire la pregunta que
rebotaba desde tiempos tan pasados:
-¿Vendrás conmigo?
Y el “no” que salió de su boca
retumbó en sus sienes clareadas por los meses, por los años, por la pena.
Volvió a verle ante ella pesaroso,
pidiendo razones que le convencieran, que le dieran la esperanza que se negaba
a perder.
Y no pudo, no supo vencer el temor, el
miedo. Demasiado daño en el alma, demasiado cariño entregado, echado al vacío
de quien no supo apreciarlo, como para arriesgar otra vez.
Y aquel “no” lastró su vida para
siempre y la llenó de preguntas que jamás tuvieron ya respuesta.
¡Quién pudiera dar un paso atrás y
cambiar las palabras en el tiempo!
Gracias por leerme
El miedo no debe llevar el timón de nuestra vida. La teoría te la sabes. Para la práctica tienes mi mano tendida. Lo sabes.
ResponderEliminarEL CAMINO SUELE SER DIFÍCIL, PERO LAS ENCRUCIJADAS SON SIEMPRE DECISIVAS
ResponderEliminarNo se puede uno arrepentir a un "no· si te han herido el alma o el corazon tan profundamente. Ojalá dijeramos un NO mas a menudo...
ResponderEliminar