A mí me ha llegado a través de un e.mail, y he visto que ya está colgado en algún otro blog, pero como me parece que merece la pena, me animo a colgarlo también en el mío. Las fechas no son claras, unos lo sitúan en 1933 y otros en 1953, de cualquier manera, no tiene desperdicio.
Es lo que, en aquellos tiempos, debía de hacer una buena esposa para tener contento a su marido y que la casa fuese un remanso de paz.
Pasen y lean (y a partir del tercero, también, escuchen):
Mira qué majos, la ponen sacando brillo a las sartenes, claro que sí, eso es básico para que todo marche bien en casa, es lo primero que mira el marido al llegar, si las sartenes están relucientes o no.
Ojo también al dato del título: "11 reglas para mantener feliz a tu marido"
A ti que te den morcilla, demasiada suerte tienes de poder limpiar sartenes, maja.
Sí, señorita (perdón, señora). ¿Qué otra cosa tienes tú que hacer en toda la tarde? ¡Nada! Absolutamente nada más que pensar en las necesidades de tu marido, es que, vamos, no me puedo imaginar ninguna forma mejor de pasar el tiempo.
Pero ojo, que el hombre de la casa llega hambriento. Si ves que te quiere comer un brazo, no opongas resistencia, que para eso tienes dos, egoísta.
¡Pero a ver, ignorante de la vida!
¿Pensabas recibir a tu marido sin un "listón" en el cabello?
¿Tú de qué vas, desaprensiva?
Ponte un listón (que no tengo ni idea de lo que es) sobre la cabeza, o un saco de ladrillos si hace falta, y nada de descansar cinco minutos, si pueden ser dos, mejor todavía, que a las mujeres se nos da un poco de confianza y abusamos, eso seguro.
Natural, yo lo veo natural. Lo que no puede ser es que llegue el esposo a casa y te pongas a aburrirle hablando de la educación de los hijos, de que hay que ayudarles a hacer los deberes o que hay que compartir las tareas del hogar.
¿Tú sabes lo que es distraer?
Pues eso, alma de cántaro, ponte fina, sonríe como si te estuviesen haciendo un moño con las orejas y además, sé dulce hasta que le de una hiperglucemia a tu marido.
Claro que sí, como las mujeres vienen de serie con setenta y tres manos, mientras sacas brillo a las sartenes, preparas la cena, te pones el listón en el pelo, e investigas conversaciones interesantes, al mismo tiempo y no por ello menos importante, oiga, hay que arreglar la casa, si puede ser, a cuatro patas en el suelo y arrancando con las propias uñas la suciedad, sin olvidar sonreír, que parece que no, pero es importante, sobre todo porque lo estás haciendo todo encantada de la vida. Sin olvidar la ronda con el plumero en la mano, aunque cojas una lumbalgia de tres pares de narices, tú recoges del suelo todo vestigio de vida humana ¿vale? Pues eso.
Como no podía ser menos, el rey de la creación tiene que estar en el paraíso, es evidente. Con suerte, tal vez tengas un rinconcito a sus pies, como un perrillo faldero que le quita los zapatitos y le sirve un aperitivo para levantar el ánimo (el tuyo también aunque llevas todo el día sin hacer nada, vaga, que eres una vaga de tomo y lomo).
Que no se te pase encender la chimenea, y si no la tienes, te quemas a lo bonzo, que da calorcito y mucha más satisfacción personal de la que puede darte una vulgar chimenea. ¡Dónde va a parar!
Por supuesto, prepara a los niños (y sobre todo a las niñas, porque como tengan que hacer esta vida, les vale más emigrar de casa antes de alcanzar la mayoría de edad).
No permitas que esas pequeñas bestias sin sentido común reciban a su padre con los morros de chocolate o los mocos asomando, si tienen catarro enciérralos en un armario y que rumien allí su miseria, no son dignos de contemplar la llegada de el Hombre. También puedes sacarles brillo antes de que su progenitor les vea, si con las sartenes funcionó, por qué no va a funcionar con los niños, tampoco hay tanta diferencia entre unas y otros.
¡Bruta! Que eres una bruta, no te das ni cuenta del ruido que habrán tenido que soportar sus sensibles conductos auditivos a lo largo de la jornada. Apaga ahora mismo todos los aparatos susceptibles de alterar el ambiente, quiero a todos los niños con sus consabidos esparadrapos en la boca, y deja de lavar, avariciosa, ya tendrás tiempo por la noche de seguir haciendo las labores propias de tu sexo, insensata...
¡Qué feliz eres y qué poco lo aprecias!
Abre esa boca como si fueses una muñeca hinchable y tírate a su cuello mientras él sujeta tu cinturita de avispa.
"Procura verte feliz" dice. Hombre, yo creo que para verte feliz así lo tienes complicadillo, pero oye, igual si lo intentas mucho, mucho, consigues algo, vete tú a saber.
Puede que tengas doce, o incluso trece, cosas que decirle, pero tu deber es sentarte a bordar (si puede ser, remiéndale los calcetines) mientras escuchas lo que dice. Total, nadie va a molestaros porque los aparatos están desconectados y los niños en el armario (conviene no olvidar sacarlos de allí, porque en el fondo son personas humanas)
Claro, hija mía. No pongas esa cara de vinagre, y siéntate a esperar pacientemente junto al teléfono sin decir ni mú, que es que tu deber.
Nada de esperarle con un rodillo en la mano detrás de la puerta, no señora, hay que poner la manita muy fina (obsérvese la imagen para hacerlo exactamente igual que si no, no hace efecto).
Y si no viene en toda la noche ( que yo creo que es lo mejor que te podía pasar), tú sigue ahí, quieta, Sólo puedes levantare cuando acabe la lavadora y cuando los niños digan que ya no queda oxígeno en el armario, pero sin perder la compostura, que el Homo Sapiens puede aparecer en cualquier momento.
¡Quejica! Que te pasas el día quejándote de todo. Mira esta pobrecilla de la foto, que se le están cayendo las muelas a trozos ¿Y qué? ¿Crees que va a decir algo? No, porque sabe que eso es insignificante, que se le caigan las muelas o se le caiga la cabeza de no usarla no tiene importancia, porque lo gordo es lo que le pase a su adorado y nunca bien homenajeado maridito. Tú te aguantas, y si no, mira, no haberte casado con un ser supremo, haberte quedado para vestir santos, bobona, que eres una bobona.
Muy bien, como debe ser. Hay que prepararle una bebida bien calentita y quitarle los zapatos. Ten cuidado no te confundas y le pongas la bebida caliente en los pies y los zapatos en la boca, porque con lo zoquete que eres igual metes la pata.
No como él, que es inteligente y te hace el favor de permitirte que le ahueques la almohada y le prepares su sillón favorito.
Y no des voces, que pareces Belén Esteban, habla suave, y de una forma placentera, no olvides que eso va a ser lo más cerca que vas a estar del placer, porque de otra forma no creo que lo cates, guapa.
Por supuesto, y su lugar es pasar el aspirador con zapatos de tacón, peinada de peluquería sin haber salido de casa, y sin perder la sonrisa.
¿Has visto las estrellitas que brillan a su alrededor?
Pues así hay que tenerlo todo para cuando llegue el rey de la selva, el homínido, el señor de los zapatos ( es mucho mejor que el de los anillos). Y cuando el día termine, no te preocupes, que ya empezará otro igual de bonito.
Quiero dejar claro que esto está hecho con humor pero desde el cariño, porque sé que hace años nuestras madres y nuestras abuelas vivían así y no se sentían mal, porque era lo que habían conocido, no podían ni soñar con un mundo donde fuesen iguales que los hombres, donde su opinión contase, donde pudiesen sentirse personas. Mi cariño a todas ellas porque nos sacaron adelante con su trabajo y sin reconocimiento alguno.
Afortunadamente, hoy conocemos otras posibilidades, podemos sentirnos personas sin renegar de ser mujeres, pero también quiero dejar claro mi respeto para las que no comparten mi opinión y se sienten a gusto viviendo por y para su hombre, creo que si es voluntario, es una postura tan válida como cualquier otra.
Lo triste es cuando se quiere tener otro horizonte y las circunstancias culturales, sociales o personales, no lo permiten. Por eso hay que seguir intentando que esta opción esté al alcance de cualquier mujer y que de forma voluntaria pueda encaminar su vida hacia donde más le satisfaga.
(Música: "Amor de hombre". Mocedades)
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